Creo que es la primera vez que veo una película sobre exorcismos española, y solo por ello merece la pena su visionado. Es cierto que se trata de cine independiente, de bajo presupuesto y rodada en inglés con actores ingleses, pero la producción y el director son españoles. La Posesión de Emma Evans es el segundo largometraje de Manuel Carballo (en la actualidad ha realizado cuatro) protagonizado por los semidesconocidos Sophie Vavasseur (Emma Evans), Stephen Billington (Padre Christopher) y Richard Felix (John Evans). El único actor con cartel -Doug Bradley- (Padre Ennis) aparece únicamente en la última escena del film, de apenas un minuto de duración. La música -bastante acertada- corrió a cargo de Zacarías Martínez de la Riva. La trama es interesante, los planos bastante conseguidos y las interpretaciones convincentes. Se trata de una vuelta de tuerca más a un tema bastante manido, pero que creo que presenta algunas intuiciones muy buenas, así como también es justo reconocer que reincide en tópicos bastante gastados. "Hay cosas que es mejor no haber deseado nunca" es su sugerente slogan publicitario. Lo primero que hay que decir de ella es, que a diferencia de otras producciones semejantes, no presenta el atrayente gancho de "Basada en un caso real / hechos reales", por lo que se asume que todo es ficción, con lo que el guion y la dirección juegan con total libertad para dar una buena dosis de thriller al argumento.
Vamos precisamente con la sinopsis. Emma Evans es una chica de 15 años algo diferente a las demás (sus padres han decidido que reciba homeschooling -educación académica- en casa, algo permitido en Inglaterra) y a la que sus padres tienen bastante reprimida. A pesar de ello, tiene un grupo de amigos y una vida normal, hasta que un día juega con otra pareja a la ouija y hace un sacrificio de sangre con el diablo: "Quiero ser libre (de mi familia)". A partir de entonces empieza a experimentar sucesos extraños a su alrededor. Tras pasar examenes médicos y psicológicos en los que no se detecta ninguna anomalía, sus padres piden ayuda al tío Christopher, un sacerdote que fue suspendido tras la muerte de una chica a la que él estaba tratando con exorcismos. A pesar de no estar autorizado, le piden un exorcismo para solucionar la situación.
A partir de aquí entran en juego todos los tópicos propios de una película de posesiones: Sangre (mucha), vaho, convulsiones, vómitos (de más sangre), cucarachas... acompañadas de las clásicas propiedades extraordinarias en la poseída: levitación, visiones. insultos, fuerza desproporcionada, conocimiento sobrenatural... y el atrezzo eclesiástico necesario para los exorcismos: libros y oraciones en latín, agua bendita, crucifijos que salen repelidos por el contacto con el poseído o que provocan quemaduras en ellos... Hasta aquí, todo de manual y bastante reiterativo en el género.
La novedad viene dada por la figura del sacerdote. Las reglas que da para el exorcismo son muy interesantes, y tienen sentido pleno en la conclusión de la trama:
"Hay un par de reglas básicas: Primera, tendré que quedarme aquí hasta que Emma vuelva a estar bien. Si pasa algo no quiero estar a dos horas en coche. Segunda regla: nada de preguntas. Solo os diré lo que creo que necesitáis saber. Y por supuesto no podéis tomar parte en las sesiones de exorcismo. El diablo es un perfecto mentiroso. Puede que mi fe me ayude a distinguir entre la verdad y la mentira, pero sin fe es demasiado peligroso. Y nadie debe saber que estoy aquí, ni siquiera tu hermana Sara. Hay una cosa más: voy a grabar todo lo que pase en las sesiones de exorcismo. Si la diócesis se entera quiero que sepan que tenia un buen motivo para desobedecerles".
Expuestas y aceptadas las reglas, el exorcismo comienza con los rituales apropiados: en latín, preguntando al poseedor que se manifieste y diga su nombre. Todo queda grabado y recogido en cintas que el sacerdote esconde en su habitación.
Sin embargo, a partir de aquí, la trama da un giro y ya no se centra en el exorcismo, sino que adopta más el género de
thriller. Se produce una serie de continuas desgracias en el entorno de
Emma al más puro estilo de
La Profecía: Su novio y ella tienen un accidente de coche, muere su hermano, su madre se vuelve loca, su tío mata a su padre y se suicida...
Todos estos acontecimientos tienen un porqué que descubrimos en la última escena, durante una conversación de otro sacerdote, el Padre Ennis, con Emma:
Padre Ennis: “El diablo se ha ido. Puede que creyera que estabas muerta o lo que es más probable, que simplemente lograra lo que buscaba cuando entró en tu cuerpo. Es imposible saberlo."
Emma Evans: "¿Dónde está mi tío?".
P.E.: "Lo siento Emma. Me temo que Christopher no espero a que Dios le juzgara por sus errores. Lo que el padre Taylor hizo es imperdonable, pero puedes estar segura de que Dios le hará que pague por ello".
E.E.: "¿Y las cintas?"
P.E.: "Están en un lugar seguro, no te preocupes por ellas. Nadie las verá jamás"
E.E.: "Lo que quiero es recuperar a mi familia. ¿Puede su Dios devolvérmela, Padre? ¿Puede?"
Este final proporciona dos claves. La primera es que el diablo siempre vence (en este sentido es fiel heredera de
El Exorcista) y que el sacerdote falla en su cometido. La otra -más extraña- es que la
Iglesia Católica tiene un oscuro interés en que estos temas no salgan a la luz. Agregar al
Vaticano y su oscurantismo aporta un toque conspiranoico que a mí me deja una severa duda: ¿Por qué iba a querer la
Iglesia ocultar la existencia del demonio si con ello se demuestra indirectamente la existencia de
Dios?. No encuentro respuesta a esta pregunta.
No obstante, como dije anteriomente, también hay muchas cosas aprovechables de la película. Por ejemplo, algunas frases espiritualmente acertadas del sacerdote son las siguientes:
"Dios no permitirá que te pase nada malo"
"No os preocupéis. Dios nunca abandona a nadie a merced del mal"
"Desgraciadamente, El diablo no necesita que los obispos crean en él para existir"
"El diablo siempre miente. Siempre"
La parte más negativa del film es la continua recaída en los tópicos al respecto de las posesiones. Creo que no hubiera hecho falta sacarlos todos a relucir. Un fallo también bastante común en estas cintas (normalmente por no contar con un asesor para las cuestiones religiosas) es la vestimenta de los sacerdotes. En concreto, el Padre Christopher aparece en varias ocasiones portando en el pecho la cruz pectoral reservada para los obispos, un detalle que no es menor y fácilmente subsanable.
Finalmente, durante los créditos vemos a Emma paseando a su madre en silla de ruedas por un parque de lo que bien podría ser un psiquiátrico. Una vez más el diablo es el ganador en el film... Ha cnseguido destrozar una familia y arruinar al sacerdote. Dos por uno. En ese sentido, la historia es redonda y el final cuadra a la perfección, siendo un thriller que te mantiene enganchado. A ese respecto, ningún pero que valga.
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