Al leerlo en este periodo cuaresmal en el que estamos inmersos, la parte que más me ha llamado la atención ha sido la primera, pues se trata de todo un "Manual teórico de penitencia". Dios está enfadado con el Pueblo de Israel por sus múltiples pecados y la consecuencia de ello es el destierro en Babilonia. El texto indica que es necesaria la práctica penitencial de los justos para revertir esta situación y esperar a que lleguen tiempos mejores.
El texto sagrado, espiritualmente, no tiene desperdicio; si bien las correlaciones pecado-castigo inmediato de Dios y Penitencia-cambio del status quo son más que discutibles, pues la experiencia cotidiana nos hace comprobar que a "los malos" les va bien en la vida mientras que el padecimiento de "los justos" a veces parece no tener fin. El Libro de Job será la respuesta a esta aparente incoherencia teología, por lo que su lectura es complementaria y casi imprescindible para un mayor entendimiento del sufrimiento del justo.
Como digo, y dentro del ambiente penitencial de estos días cuaresmales, me han conmovido especialmente dos versículos que son los que hoy quiero compartir con vosotros:
Baruc 2, 17-18:
"Abre, Señor, tus ojos y mira que no son los muertos que yacen en el abismo, y cuyos cuerpos han quedado sin vida, los que te dan gloria y reconocen tu justicia. Son los que viven agobiados por la tristeza, los que caminan encorvados y extenuados, los de ojos lánguidos y estómago hambriento... esos son los que te dan gloria y reconocen tu justicia, Señor".
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