El eslogan publicitario del film no puede ser más sugerente: "El detective John Hobbes está buscando a un criminal al que ya conoció... ya atrapó... y ya mató". Sin embargo, a nivel comercial no fue en absoluto rentable, arrojando su balance final unas pérdidas de cinco millones de dólares.
El argumento es un despliegue del eslogan mencionado: En Filadelfia, el detective de homicidios John Hobbes (Denzel Washington) acude a presenciar la ejecución de un asesino en serie, Edgar Reese. Tras tener una "conversación de despedida" y asistir al ajusticiamiento, todo parece haber concluido, pero sin embargo ese final no es más que un comienzo. De repente, una serie asesinatos con un patrón similar al estilo de Reese vuelven a producirse en el entorno de Hobbes. El desconcierto del detective, de su compañero Jonesy (John Goodman) y del teniente Stanton (Donald Sutherland) serán más que evidentes.
El comentario teológico-espiritual, en esta ocasión, es imposible realizarlo sin realizar el temido spoiler. No obstante, el film es antiguo y espero aportar algunas claves a quienes entren en el Blog curioseando sobre este título sin fastidiar a nadie que no lo haya visto aún.
Toda la trama gira en torno a uno de los nombres atribuidos al demonio: Azazel. En concreto este nombre aparece cuatro veces en la Biblia, todas en el capítulo 16 del Libro del Levítico, donde se dan unas normas para entregar dos chivos en la celebración del Yom Kippur o Día de la Expiación, uno a Dios y otro a Azazel. Las características que se le atribuyen en el filme (pasar de un cuerpo a otro a través del contacto físico) no son referidas en el Texto Sagrado, si bien no son extrañas a las dadas al Príncipe del Mal. Según la tradición, Azazel sufre la maldición de vagar por la tierra sin ningún cuerpo fijo, pero puede poseerlos y cambiar a otro cuerpo con cualquier contacto físico.
La película comienza de manera muy original, con las enigmáticas palabras del propio Azazel: "Quiero hablarte sobre la vez que casi muero...". En la primera entrevista de Hobbes con el condenado Reeze, Azazel ya posee al asesino en serie y se presenta "formalmente", aunque al hablar en arameo no descubrimos su identidad hasta más tarde. Lo que parece un galimatías es una amenaza en toda regla. La traducción de sus palabras es: "No puedo entrar en ti con el tacto, pero incluso cuando pueda, cuando sea un espíritu, no lo haré. No. Mejor te pillaré de verdad. Te joderé arriba, abajo, izquierda, derecha, yendo y viniendo. Me acercaré tanto a ti, tan cerca, que te romperé por dentro. Y si eso no funciona, tengo otras formas. Tengo tantas, tantas maneras...". Tras la muerte de Reeze el espectador empieza a sospechar que algo raro pasa. El condenado tararea una melodía en la cámara de gas y poco después otras personas comienzan a tararearla también. Poco a poco vamos comprendiendo que el demonio puede salir de un cuerpo y poseer otro, y que para ello necesita un contacto físico.
Tras una exhaustiva investigación sobre el tema, el detective Hobbes logra descubrir la verdad y tiene una idea brillante para exterminar al maligno. Su plan consiste en citarse en medio del bosque con su compañero Jonesy (de quien sospecha que está poseído por Azazel) asesinarlo y suicidarse para que el demonio no tenga a nadie cerca en quien encarnarse. En cierta manera -y salvando las distancias- se trata de un auto-sacrificio semejante al de Jesucristo: morir como víctima inocente para salvar a la humanidad. Evidentemente hay matices diferentes, pero el sacrificio redentor es muy usado en este tipo de filmes, como en El Fin de los días o Pactar con el diablo. Así desvela su brillante plan en el diálogo final:
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