Os propongo una nueva historia-cuento para pensar en este tiempo de Adviento. Sabéis que este tipo de relatos me encantan, y que cuando me tropiezo alguno que me llama la atención lo retoco un poco para "adornarlo". Espero que os guste:
Había una vez dos hermanos que se querían con toda el alma. Ambos eran agricultores y desde pequeños siempre habían estado juntos y lo habían tenido todo en común. Sus padres les habían enseñado a ser generosos y a compartirlo todo. Pasaron los años, y uno de ellos decidió casarse y formar su propia familia, pero el otro permaneció soltero. A pesar de separarse, se seguían queriendo tanto que decidieron seguir repartiendo su cosecha a medias.
Una noche el soltero soñó: ¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él se dé cuenta.
A su vez el hermano casado soñó también una noche: ¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará con ellos asegurado. A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que sé de cuenta. Así lo hicieron muchas noches ambos hermanos.
Pasaron varios meses en los que los dos repetían la misma operación, hasta que una noche ambos se encontraron en el camino portando sacos una para el otro. No tuvieron que hablarse. Ambos se miraron, comprendieron lo que su hermano estaba haciendo por el otro y se abrazaron con un abrazo de hermano, tan fuerte, tan fuerte, que cuentan que todavía hoy permanecen unidos en ese infinito abrazo...
Precioso, ¿No os parece? Cuando lo leía y lo interiorizaba no pude evitar que viniera a mi cabeza este pensamiento:
El único sacrificio que tiene sentido es el que se hace con amor y por amor. Como en la historia, cuando uno da sin esperar nada a cambio es cuando uno puede a su vez recibir con alegría. Desgraciadamente, vivimos en una sociedad donde se nos ha educado a mercadear y a "chantajear" hasta con nuestros propios sentimientos. Pobres de nosotros cuando sólo damos para que nos den... Habremos, en todo caso, comprendido el sentido de la justicia, pero no el del AMOR...
Y esto no nos pasa sólo con los otros, sino también con Dios: Cuidado si le damos nuestro tiempo o nuestras oraciones para recibir algo a cambio, ya que la verdadera fe y la verdadera felicidad residen en el dar "a fondo perdido", confiando ciegamente en su voluntad, aunque no coincida con la nuestra, cosa que suele pasar con mucha frecuencia...
Un saludo y a seguir preparando el nacimiento de Jesús, que mañana encenderemos la segunda velita de la corona de Adviento y ya queda menos para que nazca en nuestros corazones
Jaime que bella historia.amen
ResponderEliminarMuy buena anécdota breve, así aprendemos a dar sin esperar nada a cambio, con alegría y amor. Felicidades por esta publicación
ResponderEliminarMuy buena, que diferente serian las cosas si todos nos movieramos asi....desde el amor. Namase.
ResponderEliminarHola Jaime
ResponderEliminarJuan Manuel
Lo que hace no creíble esta historia es que la esposa del casado permanezca al margen.
Saludos
Pd. Es una broma
ResponderEliminarGracias Jaime, tus anecdotas llenan mi corazon de alegria y de esperanza, ojalá todos pudieramos amar así.
Precioso Jaime me ha llegado al corazón, también me ha hecho pensar hermano que te tengo un poco abandonado y eso que estamos en el mismo Jerez
ResponderEliminarMaravilloso el cuento me encantó muchas gracias amigo Jaime mucho tiempo que no te saludaba un abrazo grandote desde CHILE Dios te bendice
ResponderEliminarQue linda historia, gracias por compartir
ResponderEliminarun cuento precioso donde sobresale la caridad pero la de verdad, esa que no se hace a la luz del dia para que todos te alaben, sino la oculta que no tiene premio aquí en la tierra. (que no sepa tu mano derecha lo que hace tu izquierda). Enhorabuena Jaime
ResponderEliminarEsta lectura me parece muy apropiada para prepararnos en el adviento. Recordemos que el adviento es el periodo en que la Iglesia nos ayuda a prepararnos para el nacimiento de Jesús en la Navidad.
ResponderEliminar¿Cómo debemos de vivir esta Navidad? Creo que intentando que aflore en nosotros los sentimientos verdaderos y olvidándonos de todo el mercantilismo que rodea a las fiestas.
La historia es de hermandad, de verdadero amor fraternal entre los dos protagonistas. Ambos quieren ser generemos y a su vez, no quieren hacer ninguna ostentación de esa generosidad. Eso es el verdadero amor. Un amor de hermanos. Aquel en el que se da todo sin pedir nada a cambio, ni siquiera un reconocimiento de esa generosidad.
En la Navidad Dios en un acto de amor se hace niño en un pobre portal. Es bueno que todos nos hagamos niños, nos llenemos de humildad y compartamos lo mucho o lo poco que tengamos.
En el cuento los hermanos no se limitan a compartir sino que quieren que el otro tenga más cantidad de trigo que uno mismo. Cada hermano se pone en el puesto del otro y pone por delante el bienestar del prójimo que el de si mismo. Sería bonito que todos tuviésemos presente el ejemplo de esta historia durante todo este periodo navideño.
me encanta ese es un cuento de dos hermanos si
ResponderEliminarSi todos practicaríamos con nuestros hermanos el mundo seria diferente y lleno de amor
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