El otro día vi Millones, una película del original Danny Boyle que me sorprendió por su contenido religioso (el cual desconocía) y la propuesta que hace para una reflexión sobre ciertos valores.
Vamos por partes. Primero, el argumento. Damian (nombre que paradójicamente en el Cine está ineludiblemente asociado al diablo...) es un niño de unos 7 años que tras la muerte de su madre se ha refugiado en su imaginación, en estudiar la vida de los santos y en su fe para salir adelante. Su hermano mayor, Anthony, es mucho más realista que él, con una mentalidad más científica y objetiva que encaja más con los pensamientos de su padre. Un día, Damian, escondido en una casa de cartón en la que se refugia y juega, recibe de manera fortuita una mochila repleta de dinero que alguien ha lanzado desde un tren. Resulta que ese dinero estaba destinado a ser destruido, pero el propósito de Damian es compartirlo con los más pobres... Sin embargo, quien tiró el dinero busca recuperarlo, lo que provoca a su vez una trama de intriga y una pequeña dosis de acción...
El matiz religioso viene dado por las continuas visiones que Damian tiene de diversos santos que se le aparecen para conversar con él. Santa Clara, San Francisco, San Nicolás, San Pedro, los mártires de Uganda... van apareciendo sucesivamente y revelando cómo es el Cielo y cómo es la vida en el Paraíso. San Pedro ofrece una explicación algo surrealista del milagro de los panes y los peces, en una de las escenas que para mí es prescindible. Estas apariciones suelen tener un matiz jocoso, pero los diálogos son interesantes y se prestan a la reflexión. El tema de la resurrección y la vida después de la muerte son tratados en un diálogo padre-Damian con una perspectiva de ateísmo:
- Papá, ¿no quieres ir al cielo?
- Mira a tu alrededor, Damian. Estamos solos. Nadie nos sonríe desde arriba, nadie nos cuida, así que nos hemos de cuidar nosotros
- Pero mamá...
- Ha muerto Damian, no volverás a verla más ni yo tampoco.
- Mira a tu alrededor, Damian. Estamos solos. Nadie nos sonríe desde arriba, nadie nos cuida, así que nos hemos de cuidar nosotros
- Pero mamá...
- Ha muerto Damian, no volverás a verla más ni yo tampoco.
Esta perspectiva tiene un punto de inflexión: la madre de Damian vuelve del más allá para transmitirle un mensaje a su hijo, ante la atónita mirada de Anthony quien experimenta a partir de entonces una cierta conversión.
Respecto a la reflexión en valores hay varios temas que se apuntan. El primero y más obvio es si se puede utilizar un dinero que no es propio para darle un buen fin. ¿Es ético ayudar a los demás con un dinero que no te corresponde...? Dando un paso más, yo me cuestiono, ¿se pueden hacer obras de caridad con un dinero que por ejemplo se sabe que procede del narcotráfico o la prostitución...? Son muchos los casos en los que situaciones similares se han producido, y a buen seguro que la respuesta a estas preguntas no es sencilla. Junto a ello aparece el tema de la familia como núcleo afectivo, núcleo que puede romperse por causas naturales (muerte) o personales (divorcio) y los trastornos que ello produce, junto a personas que vienen a rellenar esos huecos y el difícil encaje que ello tiene, sobre todo cuando hay niños pequeños por medio. El film no aborda estos temas de manera directa pero la problemática está presente y recorre toda la trama. Junto a estos temas aparece una clara reflexión sobre los bienes materiales. No producen la felicidad, son algo secundario en la vida pero siempre vamos a tener dos formas de usarlos en la vida: de manera egoísta y hedonista o de manera altruista. Saberse situar en esta segunda opción es la que a la larga concede la felicidad y la paz interior.
Como conclusión diría que se trata de una película interesante, sorprendente y con un matiz moralizante que puede ser utilizada como recurso catequético, si bien es cierto que hay que matizar algunas escenas y diálogos, como he apuntado anteriormente.
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