Cuarta película de Juan Manuel Cotelo con la productora Infinito más uno, en esta ocasión realizada con una recaudación de fondos a través de un crowfunding que sobrepasó con creces la cantidad requerida. Tras La Última Cima, Tierra de María y Footprints, El Mayor Regalo es una película-documental cuyo tema principal es el perdón. Con una trama cómica basada en los antiguos westerns interpretada por Santi Rodríguez y el propio Cotelo, la parte dramática es insertada a través de seis historias donde el perdón ha cambiado la vida de sus protagonistas. Comenzando por el francés Tim Guenard, la victima de ETA Irene Villa, el ex-terrorista del IRA Shane O´Doherty, Gaby y Francisco (un matrimonio de México), colombianos que pertenecieron a las Farc y distintos ruandeses -tanto hutus como tutsis- que participaron o sufrieron activamente la cruel Guerra Civil en su país. Todos ellos cuentan en primera persona testimonios conmovedores de cómo el perdón sanó sus vidas desgarradas y como la liberación producida por ese perdón les permitió comenzar una nueva vida libre de odios y de rencores.
El perdón es presentado como una necesidad humana, como un elemento psicológico imprescindible para tener una buena salud psíquica, y para ello se presenta una visión completa de todas las partes afectadas en la dinámica del perdón. Por un lado está la persona que concede el perdón, que es presentada como la mayor beneficiada, ya que esta actitud le permite olvidar el pasado para vivir en plenitud el presente sin lastres en las relaciones humanas. Desde este punto de vista, se nos proponen diversos modelos de personas que han sido capaces de perdonar a otros en situaciones limites para que nosotros seamos capaces de perdonar a los otros en situaciones seguramente más cotidianas y menos extremas. Por otro lado y no menos importante, se subraya también que la persona que pide perdón experimenta una liberación que le permite vivir en paz con una conciencia tranquila. Para ello se insiste varias veces que esta petición de perdón debe ser fruto de la conversión y del arrepentimiento sincero, ya que de otra manera no deja de ser una farsa absurda. Tanto el que perdona como el que es perdonado tienen que hacerlo “desde dentro, no solo con palabras” expresión que es repetida varías veces de distintas maneras por los protagonistas de las conmovedoras historias. Se insiste en que la venganza o el “ojo por ojo” nunca pueden ser solución a los conflictos y que una nueva sociedad basada en el perdón es no solo posible sino también necesaria.
El perdón es sin duda una de las señas de identidad del cristiano y una de las prácticas que más han caído en desuso en nuestros días. Basta ver los confesionarios vacíos para constatar lo difícil que resulta pedir perdón y ser perdonado en una sociedad que vive de espaldas al concepto de culpa y de pecado. Esta actitud no se reduce a la dimensión espiritual y a nuestra relación con Dios, sino que se extiende al resto de las relaciones humanas, provocando sin duda que parezca que el que pide perdón es un idiota o que el que perdona es un ingenuo que vive en un mundo irreal y que no sabe cómo funciona la vida de verdad.
Como parte algo mejorable y sorprendente -bajo mi punto de vista- destacaría el enfoque poco religioso que la película tiene. Es cierto que todas las historias tienen un barniz espiritual, pero creo que en casi todas ellas se insiste más en los beneficios psicológicos del perdón (paz interior, mejora de la convivencia, liberación interna....) que en el perdón que Dios concede. Es extraño porque en sus anteriores películas Cotelo sí había realizado referencias explícitas a la Eucaristía, al Rosario, al Orden Sacerdotal.... y en este film pasa de puntillas por estas dimensiones. Es cierto que muchos protagonistas hablan de un sacerdote que me inspiró, de la oración que realizaron, de la misa como lugar de celebración....pero no es menos cierto que no hay ni una sola referencia al sacramento de la Penitencia o Confesión, algo incomprensible. Tampoco hay ni una sola mención a la relación de Cristo con el perdón, a pesar de ser uno de los pilares del Evangelio. Ni una mención al perdón que Cristo ofrece en la cruz (Padre, perdónalos por que no saben lo que hacen). Nada tampoco referente al Padrenuestro (Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden), ni a la necesidad del perdón continuo (70 veces 7). Extraño que ninguno de los entrevistados haga mención a nada de esto.
La edición en DVD presenta seis testimonios más sobre el perdón que enriquecen sin lugar a dudas la película, aunque inciden bajo mi punto de vista en la misma carencia.
Por este déficit la película me ha dejado un sabor agridulce. Por un lado se trata de un tema que necesitaba una revisión y un esfuerzo como el que Cotelo ha realizado es muy plausible, pero por otro me parece que la dimensión religiosa del perdón se encuentra implícita en todas las historias pero la figura de Cristo en un segundo plano que no le corresponde.
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