lunes, 4 de octubre de 2021

Jesús de Nazareth (Jesus of Nazareth, Reino Unido, 1977)

Comentamos hoy la que se considera como una de las mejores narraciones cinematográficas de la vida de Cristo. En primer lugar hay que aclarar que no se trata de un largometraje, sino que fue concebida como una miniserie de televisión en 4 capítulos de 90 minutos, con una duración total de 371 minutos. Fue coproducida por Reino Unido e Italia, sin escatimar en ubicaciones (Marruecos y Túnez), decorados o vestuarios. Para ello contó con un presupuesto de 18 millones de dólares, bastante elevado para la época, si bien los beneficios netos de la misma alcanzaron 30 millones de dólares, por lo que comercialmente fue todo un éxito.

A nivel de actores se escogió lo mejorcito de la época. Anne Bancroft (María Magdalena), James Mason (José de Arimatea), Michael York (Juan Bautista), Anthony Quinn (Caifás), Lawrence Olivier (Nicodemo), Claudia Cardinale (mujer adúltera), Christopher Plummer (Herodes Antipas), Peter Ustinov (Herodes el Grande), Rod Steiger (Poncio Pilato)... y muchos otros conformaron un elenco de garantías para el espectador. Contrasta, sin embargo, que para los papeles de Jesucristo (Robert Powell) y de la Virgen María (Olivia Hussey) se escogieran a actores menos reconocidos internacionalmente. 

Para la dirección se escogió a Franco Zeffirelli, quien fue recomendado directamente por el Papa Pablo VI para ser el director de la obra, al haber quedado encantado de su dirección en Hermano Sol, Hermana Luna (1972) y en una miniserie sobre Moisés para la RAI (1975).

Quizás uno de los éxitos de la producción se basa en la penetrante mirada de Jesucristo, protagonizado por Robert Powell, quien en el rodaje de la serie cumplió los 33 años y supo transmitir un rostro sugestivo, lleno de compasión y amor, al tiempo que autoritario y carismático. El actor se identificó totalmente con el personaje, consiguiendo traslucir una fuerte personalidad y una paz espiritual que no dejan impasible al espectador. A ello pudo ayudar también el hecho de que Zeffirelli le prohibía pestañear en el rodaje de las escenas para dar un aspecto más divino, a excepción de las escenas del Gólgota. Para algunos detractores, sin embargo, lo ojos azules y los rasgos europeos del protagonista chocan con lo que se espera de un judío palestino del siglo I. Lo cierto es que interpretar el papel de Cristo no estuvo exento de riesgo, como el mismo contó en una entrevista hace unos años: “Casi muero durante las grabaciones en Túnez, cuando alguien soltó la cuerda que me levantaba en una cruz de metal de 40 kilos. Afortunadamente alguien agarró la cuerda y no caí al suelo”.

A nivel argumental la serie es bastante fiel a los Evangelios. Sí es cierto que se echan en falta algunos momentos concretos importantes de la vida de Jesucristo (la multiplicación de los panes y los peces, la tempestad calmada, la Transfiguración...) y otros son fruto de la invención del guion (fundamentalmente el personaje Zerah y las motivaciones políticas de Judas para traicionar a Jesús), pero en general se trata de una buena síntesis de los cuatro Evangelios

La banda sonora de Maurice Jarre merece también un breve apunte, ya que consigue añadir un ambiente musical impactante, espiritual y melodioso. El autor posteriormente consolidaría este éxito con otros títulos inolvidables como Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago o Ghost.

Espiritualmente la película no tiene desperdicio, siendo perfecta como acercamiento a la vida de Jesús de Nazaret. Quizás sea buena complementarla con La Pasión de Cristo de Mel Gibson para un mejor conocimiento de todo lo referente a los últimos días de la vida de Cristo, aunque evidentemente no todos los espectadores están capacitados para ver algunas escenas de violencia tan explícitas como las que sufre el Cristo interpretado por Caviezel. Me gustaría terminar esta reflexión con unas palabras del propio Zeffirelli -en una entrevista concedida justo antes de estrenar el film- que no tienen desperdicio:

Los textos sagrados son mensaje de vida, en el Evangelio está todo lo necesario para vivir. Solo nuestra pereza nos impide ser más ricos y felices. Hoy se pierde un montón de tiempo leyendo estupideces, revistas de toda índole, en vez de dedicar un poco de tiempo a la lectura de los Evangelios. Pero incluso cuando lo hacemos, corremos el riesgo de considerarlos abstracciones sublimes. Me gustaría que este film pudiera dar lugar a un renacer: la gente debe tener valor para ser cristiana y creer… ¿qué es esta vergüenza de creer? Hemos llegado a un punto en que Satanás nos impide movernos… Todos tenemos que despertar, diablos. Espero que esta película despierte esta capacidad que tenemos latente de ser cristianos, que ahora está cubierta por una costra gris. Yo espero que tenga consecuencias, que no se quede en el bonito programa delante del cual la gente se conmueve… No sé si he hecho una obra ilustre o no, pero si un solo fotograma consigue sacudir a alguien, despertar en él el eco de ese mensaje divino que todos llevamos dentro, no solo estarán justificados todos los sacrificios que hemos hecho, sino que además habrá dado un sentido a mi vida entera.

Franco Zeffirelli murió en 2019, año en el que se calculaba que más de 700 millones de personas habían visto su película. De ellos somos muchos -yo me incluyo- los que hemos fortalecido nuestra fe con su obra y estaremos eternamente agradecidos a este director por habernos sabido transmitir un mensaje espiritual envuelto en un soporte audiovisual. 

No hay comentarios :

Publicar un comentario