lunes, 28 de febrero de 2022

Therese (Thérèse, Francia, 1986)

He tenido la suerte de ver este extraño film sobre la vida de la francesa Teresa Martin, más conocida como la santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz o Teresita de Lisieux (1873-1879). De entrada hay que decir que obtuvo nueve nominaciones a los Premios César, ganando seis de ellos, incluyendo mejor película y mejor director. Además obtuvo el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, por lo que estamos ante una película que merece un comentario reposado.

En primer lugar me voy a ceñir al apartado cinematográfico para posteriormente profundizar en el plano espiritual. 

La película está dirigida por Alain Cavalier, director francés que realiza sus films dirigiendo a actores semiprofesionales o poco conocidos y que reduce su equipo de colaboradores al mínimo. Precisamente la única actriz que siguió la carrera cinematográfica tras esta película fue Catherine Mouchet, quien da vida a Santa Teresa. La forma de rodar del director francés es comparada al documental, con continuos cambios a negro entre escenas. Precisamente por todo ello no vemos nunca los exteriores del convento y las paredes interiores se reducen a pantallas de fondo neutro, lejos del interés del director. A cambio, Cavalier pone el foco en los primeros planos de las caras, manos, pies o de algún objeto que quiere resaltar. El vestuario y el decorado se reducen a los hábitos de las monjas así como flores y velas, con ningún ornamento superfluo -lo propio de la austeridad de un convento carmelita- así como el silencio y la escasez de diálogos, dado que se refleja el interior de un convento de Clausura. 

El argumento comienza unos años antes de la entrada de Teresa en el Convento. Sus hermanas Paulina y María ya son monjas mientras que ella y su otra hermana Celina cuidan de su padre. Teresa es una niña que sufre dolores de cabeza, dolores en el costado, come poco y duerme mal, estando continuamente aquejada de escrúpulos espirituales, incomprendida por su padre ("Tú deliras"), pero que se atribuye la conversión de un asesino, Pranzini, el cual besa un crucifijo antes de ser ejecutado debido a las continuas oraciones y sacrificios de Teresa. Admira a Santa Juana de Arco y su gran deseo es entrar en la Orden Carmelita Descalza a pesar de ser menor de edad, y no dudará en solicitarlo a la madre superiora, al obispo e incluso al papa León XIII en una misa privada. Todos ellos le piden paciencia y hacer caso a la decisión de sus superiores. Finalmente entra en el convento -el paraíso para ella, lo notamos en que por primera vez sonríe ya en el interior del mismo con su vestido de novia y al recibir la Eucaristía- e irá conociendo la vida interna de la orden, al tiempo que su salud se va resintiendo y agravando por momentos.

Espiritualmente la trama se centra en el viaje interior e intimista de Teresa hacía la santidad a través del amor, los sacrificios y los pequeños detalles de la vida cotidiana en comunidad. Esta tensión entre sacrificio y amor es el núcleo gordiano que impregna todo el film. El sufrimiento que uno se auto-inflige  por amor o el amor que se muestra a través del sufrimiento parecen ser siempre las dos caras de una misma moneda. Este descubrimiento espiritual queda revelado en una conversación entre una hermana y Teresa justo al ingresar en el convento:

Hermana: El sufrimiento te abrirá las puertas
Teresa: ¿No es el amor?

Los cortes de pelo de las nuevas monjas tan bien descritos son un símbolo de ese sacrificio de lo más preciado por una mujer a cambio de la entrega al esposo por amor. de la misma manera, silicios, flagelos, ayunos, privaciones... (incluso una desagradable conversación sobre limpiar leprosos) van revelando una vida de mortificaciones a través de los cuales se intenta alcanzar el amor del esposo. Esta idea volverá a aparecer en forma de diálogo en una conversación entre la madre Superiora y el joven doctor que finalmente atiende a Teresa

Doctor: El sufrimiento es abominable
Madre superiora: Aquí no

A través de diferentes episodios de la vida comunitaria contemplamos unas existencias que reflejan oración, inocencia y pureza (incluso el instinto maternal también aflora con la llegada de un niño Jesús en Navidad), pero también críticas internas, celos, envidias u ocultación de la figura del varón, incluso aunque este sea un médico que solo pretende la salud corporal de las hermanas. Todo ello está tan bien reflejado como la ya comentada en este Blog Canción de Cuna de Garci.

Teresa se va mostrando como diferente a las demás por su capacidad de amor y sacrificio. Tan es así que la Madre superiora la invita a escribir un cuaderno, la que será su futura obra "Historia de un Alma". Al tiempo se deja entrever un enamoramiento (únicamente por parte de otra hermana, Lucie) que se siente atraída por Teresa y duda constantemente de su vocación.

Lucie: "Hemos perdido el juicio, suspiramos por un hombre que murió hace más de dos mil años y que no sabemos si existió".
Teresa: "Claro que existió".

Aquejada de anemia y tuberculosis comienza un periodo de enfermedad y oscuridad del alma. Los dolores de garganta van acompañados de expulsión de sangre, lo que hace temer a todo el mundo lo peor. Sus propias oraciones dejan entrever el abatimiento interior de la joven:  "No veo nada tras esta vida, solo un muro hasta las estrellas. Quizás esté enfadado conmigo. Te lo suplico, si te cruzas con mi amado dile que estoy enferma de amor". En una escena vemos que incluso pisa (¿intencionadamente?, ¿delira?..) un crucifijo, pero, finalmente confiesa que vuelve a sentirse confortada por su Amado y vemos que el crucifijo vuelve a estar a su lado hasta su muerte.

Las últimas palabras atribuidas a Teresa en el film inciden en el tema del sufrimiento mencionado anteriormente. "Sufro, sufro, sufro... ya no sufro, ya no sufro, ya no sufro...". No obstante, según su biografía oficial, esas últimas palabras no habrían sido sobre el sufrimiento sino sobre el amor: "Con un crucifijo entre sus manos, dijo sus últimas palabras: "¡Oh!, ¡le amo!... Dios mío... te amo...".

Estamos ante un film que interpela por su humanismo, por lo bien que se describe una determinada concepción espiritual -para algunos ya superada- que tiene sus cimientos en la Edad Media y que aún perdura en determinadas espiritualidades de tipo conservador. Si el sufrimiento o el amor tienen la preeminencia en la vida de fe es algo que no me corresponde a mi juzgar, pero que en esta obra parece decantarse por la primera. 

Teresa fue beatificada el 29 de abril de 1923 por el papa Pío XI y canonizada por el mismo papa en 1925. En 1927 fue proclamada patrona de las misiones (a pesar de no abandonar nunca los muros de su convento) y en 1944 fue declarada copatrona de Francia junto a su admirada Santa Juana de Arco. Finalmente, fue declarada Doctora de la Iglesia en 1997 por san Juan Pablo II.

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