domingo, 27 de noviembre de 2022

Adviento: las tres venidas de Cristo

Aparco de momento las críticas cinematográficas que últimamente ocupan casi la totalidad de mis posts, pues hoy comienza un tiempo fuerte de la liturgia cristiana, el Adviento, que nos conducirá durante cuatro semanas a la celebración de una de las fiestas claves del cristianismo, la Navidad, en la cual celebramos el nacimiento del Hijo de Dios. Junto a la Pascua cristiana, estas dos fiestas vertebran todo el calendario litúrgico y forman parte del mensaje más novedoso con el que la religión cristiana cambió hace más de 2.000 años el rumbo de las historia de las religiones. Un Dios que se encarna (Navidad) y que vuelve triunfante de la muerte (Pascua) se conviertieron en el anuncio novedoso (kerigma) que partiendo de un lugar remoto en el Imperio Romano consiguió en unos siglos extenderse y convertise en la religión mayoritaria del mundo conocido por aquel entonces. 

La teología clásica ha diferenciado siempre entre las tres venidas de Cristo, a las que hoy podemos dar unas repercusiones espirituales que nos ayuden en nuestro día a día y un fundamento bíblico que nos ayude a ahondar en este misterio insondable de la Encarnación. Sin la pretensión de ser exhaustivo, apunto algunas claves de cada una de ellas:

Primera venida de Cristo:

La primera venida de Cristo, coincidiendo con el tiempo pasado, es la que nos recuerda el preciso momento de la Encarnación, el nacimiento en carne y hueso de la segunda persona de la Trinidad en un humilde portal de Belén. Es el nacimiento y posterior desarrollo vital de quien para nosotros no es sólo un personaje más de la historia –Jesús de Nazaret- sino del mismísimo Dios hecho hombre. 

Elementos espirituales que nos ayudan recordar esta primera venida:

El Adviento debe ser un tiempo para conocer mejor todas y cada una de las palabras y obras que Cristo dijo e hizo en su vida como ser humano. A ello nos puede ayudar un buen libro espiritual, una película, una oración... pero sin duda no hay un mejor registro histórico de sus acciones y sus enseñanzas que los cuatro relatos que cada evangelista nos dejaron como herencia atemporal. El Adviento, por lo tanto, debería ser un tiempo privilegiado para leer y meditar la Palabra de Dios contenida en los Evangelios, pues en palabras de San Agustín: "No es posible, en verdad, amar una cosa sin conocerla".

Frase para la meditación:

"La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios". (Evangelio de San Juan, 1, 9-12)

Segunda venida de Cristo:

La segunda de las venidas de Cristo es la que coincide con el tiempo presente y la que nos invita, un Adviento tras otro, a que preparemos nuestro corazón a su llegada. Es la continua llamada a ser mejores, a ser imitadores de esa vida de Amor y de perdón que Cristo vino a traer al mundo. 

Elementos espirituales que nos ayudan recordar esta segunda venida

Dos sacramentos son la mejor forma de configurarnos con Cristo. La Eucaristía dominical o diaria es el alimento del camino -viático- para cualquier cristiano. Comulgar con el Cuerpo de Cristo debe llevarnos a un compromiso para seguir haciendo presente el Reino de Dios en el tiempo presente, para que recordemos que en un momento concreto de la historia Dios se unió a un cuerpo como en cada comunión la sagrada hostia se une a quien la comulga. Para preparar bien ese momento nada como recibir el denostado sacramento de la Penitencia, que nos purifica de nuestros pecados y nos previene de las tentaciones.  

Frase bíblica para la meditación

"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él." (Evangelio de San Juan 6, 54-56) 

Tercera venida de Cristo:

La tercera y última de las venidas, coincidente con el tiempo futuro, es la que confesamos en el Credo “…desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y los muertos…”. Es la llegada gloriosa y triunfante de Cristo al final de los tiempos, lo que en teología se conoce como la “parusía”. Será el momento del juicio final sobre nuestras vidas. Algo que lejos de inspirarnos miedo o temor debe impulsarnos a una actitud vigilante y en lucha continua contra el pecado. Una de las pocas expresiones arameas (la lengua materna de Jesucristo y de sus apóstoles) que han llegado hasta nuestros días es la oración “Marana Tha” que se traduce por “Ven, Señor Jesús” con la que las primeras comunidades cristianas expresaban el anhelo de que ese retorno glorioso de Jesucristo se produjera cuanto antes. Nada tiene que temer quien pone su fe en Cristo y en su Palabra.

Elementos espirituales que nos ayudan recordar esta tercera venida

Somos afortunados. Somos como unos estudiantes a los que antes del examen les han facilitado las preguntas del mismo. ¿Quién sería tan necio como para no sacar un sobresaliente? En la balanza final de nuestras vidas solo una cosa hará de contrapeso de nuestros pecados, y no es otra cosa sino la caridad, el amor que hayamos tenido con nuestro prójimo. En palabras del místico español San Juan de la Cruz: "En el atardecer de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor".

Frase bíblica para la meditación

"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.". (Evangelio de San Mateo 25, 35-36) 

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