lunes, 5 de diciembre de 2022

All Saints (EE.UU., 2017)

El cine espiritual y religioso lleva unos años en auge. Es obvio que cada vez resulta más económico rodar una película decente, por lo que con un elenco de actores profesionales de clase media-baja y mucho voluntario fiel a la causa se producen cada vez más películas de este tipo de una manera poco costosa. Como producto es indudable que tiene su público y su mercado. All Saints, que hoy comentamos, contó con un presupuesto de solo dos millones de dólares y recaudo más de 6, por lo que la inversión fue rentable. Son filmes que se producen y promocionan lejos de los circuitos comerciales, lo que les confiere un mérito extra pues su éxito se suele basar en el boca a boca.  

Hay bastante características comunes a estos trabajos. Las películas suelen compartir elementos como un reparto modesto, un vestuario y decorados decentes (sin alardes), una BSO de música cristiana, efectos especiales inexistentes y el plus emotivo de estar basadas en hechos reales. 

La película que hoy analizamos tiene como director a Steve Gomer, experto en series de Tv pero con nula experiencia en largometrajes, siendo éste su primer y último hasta la fecha. Del reparto se puede destacar a John CorbettCara Buono, caras conocidas en la gran pantalla aunque con un rol normalmente más secundario.

La película narra la historia de la Iglesia Episcopaliana All Saints, ubicada en Smyrna, un poblado rural situado en Tennessee, Estados Unidos. Hundida económicamente, el obispo de la zona envía allí a Michael Spurlock,  hombre de negocios recién ordenado pastor, quien acude con su esposa Aimee y su hijo Atticus. Su objetivo inicial es la venta del edificio y de los terrenos pertenecientes a la diócesis para marcharse a otro lugar. Mientras se presentan a su escasa feligresía, conocen a un numeroso grupo de refugiados de la etnia karen, quienes llegan huyendo de la guerra civil desde Myanmar (Birmania). Siendo agricultores, Michael cree que se trata de una señal de Dios para dirigir una granja y salvar así la ruina económica de la iglesia al tiempo que daría trabajo e integraría a los karen

Como película la encuentro bastante predecible, algo plana en su desarrollo. Nada es excepcional pero es cierto que tampoco nada desentona. Sí es cierto que el final es algo inesperado. Lejos del happy ending habitual en estos casos,  el film deja una sensación tan agridulce como suele dejar la vida misma, lo cual la tiñe de una gran dosis de realismo. 

Vamos con el apartado de fe, que es bastante sorprendente por lo peculiar en una película religiosa, pues durante buena parte del film brilla por su ausencia. "De una semilla de fe nace la esperanza". Ese es el eslogan promocional de la cinta, que ya nos da pistas de lo que encontraremos. 

Toda la historia parte de una llamada personal de Dios al pastor, o al menos eso cree él. Esta es la escena en que se verbaliza.

Aimee: "¿Dios te habló? ¿El Dios?"
Michael: "Sí. Sí, solo hay uno, Aimee".
A.: "Bueno, ¿Qué te dijo?"
M.: "Me dijo: Te he dado la tierra, te he dado granjeros... haz las cuentas".

A pesar de esa certeza interior, nada va a ser fácil. La desconfianza de sus feligreses, la llegada de refugiados, las adversidades climatológicas una detrás de otra... todo parece estar en su contra. En un acto benéfico, de hecho, actúa como profeta que denuncia la dureza de corazón de sus oyentes:

Michael: "Ya lo conocen, somos la iglesia en la que crecieron sus padres y que construyeron tus abuelos. ¿Cómo pueden sentarte ahí masticando filetes de 30 dólares y dejar que nuestra gente muera de hambre?".

Justo antes de la cosecha hay otro diálogo basado en la Biblia, en la que el protagonista utiliza varios versículos de los Evangelios para establecer una comparativa con la situación que están viviendo. Me parece muy acertada, si bien es cierto que la Biblia nace en una sociedad agrícola, por lo que no es de extrañar que abunden ejemplos de labores tan primarias:

Michael: "Mira esta lectura para el servicio de mañana".
Aimee: "¿Elegiste tú esta, Michael?"
M.: "No. Está en el cuadrante para todas las iglesias episcopales del mundo: El Reino de Dios es como si un labrador ha esparcido semillas por el suelo. Las semillas brotan, pero el granjero no sabe cómo. Primero la raíz, luego el tallo, luego el grano". (risas)
Michael (en el oficio): "Considerad la semilla de mostaza, la más pequeña de todas las semillas. Sin embargo, crece con ramas tan grandes que los pájaros se posan a su sombra. Eso será All Saints. Desde la más pequeña de las semillas, vamos a crecer y vendrá gente de todas partes para disfrutar de la sombra de nuestras ramas".

Aparte de estas escenas, el film carece en general de diálogos demasiado profundos o espirituales, lo cual es llamativo en este tipo de películas en las que en principio se presupone una buena cuota de ellas. Lo religioso parece limitarse a los oficios dentro de la iglesia o los cantos del coro. Las predicaciones del pastor o del obispo tampoco son excesivamente espirituales, sino más bien tratan asuntos terrenales. Incluso el propio protagonista, llegado a un punto del desarrollo de la trama, se achaca a sí mismo que se ha convertido más en un agricultor o líder laboral que en un pastor de almas. Su brazo derecho Ye Win ha tenido problemas en su matrimonio y no se lo ha comentado al reverendo. El auto-reproche del reverendo se exterioriza con esta frase dirigida a su mujer:

Michael: "El matrimonio del chico se rompe, y ni siquiera piensa en hablar con su pastor. Empecé como ministro, y ahora soy jefe de un campo".

En los últimos 15 minutos del film se produce un giro y surgen las verdaderas enseñanzas de fe de la historia. Creo que el objetivo espiritual de la película es doble. 

Por un lado, la creencia recogida en muchos lugares de la Biblia como Proverbios 19,21: "Hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo se realiza el designio del Señor"Isaías 55, 8-9: "Porque vuestros pensamientos no son los míos, ni vuestros caminos son mis caminos –oráculo del Señor–. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a vuestros caminos y vuestros pensamientos"

El pastor termina con la certeza de que es Dios el que tiene que llevar a cabo sus planes, no las personas. Hay que dar el 100%, pero desde la confianza y la fe, aún a pesar de las dificultades. Este desconocimiento de los planes de Dios se resume en este diálogo entre Michael y su hijo Atticus:

Atticus: "¿Papá?"
Michael: "¿Sí?"
A.: "Si Dios quiso que tú plantaras los cultivos, entonces, ¿Por qué los inundó?"
M.: "No lo sé, hijo".

Esa pregunta deja un poso en el corazón del pastor que será respondida en el discurso final. Esta es la segunda enseñanza: Sin conocer la voluntad de Dios, la certeza del pastor es que lo que Dios sí quería es que se luche sin desfallecer por el objetivo, porque eso crea comunidad. Superar obstáculos y perseverar crea una mentalidad de unión y de solidaridad, y eso hace que el "viaje" haya merecido la pena. Copio íntegro el discurso porque es realmente precioso y lleno de sabiduría:

"Pensé que conocía la voluntad de Dios. Luego vino la inundación. ¿Qué debía pensar?, ¿Por qué, si Dios nos pidió que plantáramos estos cultivos, permitiría que fueran destruidos?. No conozco la mente de Dios, esa es la verdad. ¿Fue su voz la que escuché, o fue la mía? Eso es algo para cuestionar, algo para orar, al menos por mí parte. Un amigo mío se sintió llamado por Dios para ir a África a construir una capilla. Pero terminó construyendo un acueducto, que es lo que la gente necesitaba. Tratamos de salvar nuestra iglesia al comenzar una granja, pero al trabajar sin descanso todos juntos aquí en estos campos, encontramos que en realidad habíamos empezado otra cosa, algo nuestro, algo que cada uno de nosotros, necesitábamos más en nuestro interior: Una comunidad. Bautistas de Riverview, budistas de Nashville, agricultores de Esmirna, agricultores del otro lado del mundo, conectados más allá de ese edificio, más allá de esta tierra. Es nuestro acueducto. Tal vez es lo que Dios pretendía desde el principio. Oremos".

Luego, el desenlace: las despedidas amargas, el final agridulce (que no desvelo) e imágenes reales de la iglesia, del pastor y de los miembros de la comunidad, incluyendo a los karen, de quienes se nos dice que actúan de sí mismos en la película. Un film para ver de manera sosegada y sacer algunas buenas lecciones espirituales, no cabe duda. Eso sí, no se debe esperar demasiada tensión en la trama ni actuaciones destacables...

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