La película que hoy comentamos narra la corta vida de Sophia Magdalena Scholl (1921-1943), una estudiante universitaria alemana que fue ejecutada por los nazis acusada de alta traición, desmoralización de la tropas y ayuda al enemigo, o lo que es lo mismo, como colaboracionista a las tropas extranjeras y disidente del régimen. Rodada con escasos medios, sus interpretaciones son magistrales, especialmente la de la actriz principal (Julia Jentsch) con su interrogador de la Gestapo (Gerald Alexander Held). Dirigida por Marc Rothemund, en el que fue su tercer largometraje, recuerda en muchos momentos la tensión de "El hundimiento", si bien aunque la ambientación histórica es la misma la temática es diversa. Nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, no obtuvo el preciado galardón, pero sí dos Osos de plata, a la Mejor dirección y Mejor actriz principal. Estamos pues ante un gran film que merece la pena ser visualizado con reposo.
Sophie Scholl formaba junto a su hermano Hans (Andre Hennicke) y otros compañeros universitarios el grupo de resitencia pacífica llamado "La rosa blanca". El 18 de febrero de 1943 son descubiertos y arrestados en la Universidad de Munich. Tras ser conducidos y aislados en los cuarteles de la Gestapo, son interrogados y condenados en el breve espacio de cinco días que recrea el film. Sophia es presentada como una mujer adelantada a su tiempo (la única que formaba parte de un grupo mayoritariamente masculino) que a pesar del inmenso amor a la vida que tiene en su interior está dispuesta a morir por sus ideales de un mundo mejor y más humano.
De fuertes convicciones cristianas, fue educada en un hogar en Ulm en el que la libertad y la conciencia debían ser antepuestos a las leyes arbitrarias, aunque éstas fueran impuestas por la mayoría. Aún siendo protestante, sentía verdadera admiración por los escritos del Beato Cardenal Newman y su Teología de la conciencia, a los que continuamente se refería en las cartas escritas a su novio Fritz Hartnagel, herido en el frente de guerra en Stalingrado.
La película ofrece algunos testimonios de fe y oraciones cristianas de Sophie, no obstante, parece como si esa dimensión fuera en parte ocultada por el director, no sé muy bien porqué motivos. Supongo que se quiere anteponer su oposición a los totalitarismos, así como subrayar una valentía que deja entrever una personalidad y una madurez impropias de la edad que tenía, dejando algo de lado el tema espiritual. No obstante, se pueden rescatar muchas perlas de esa dimensión espiritual, aunque como digo durante el visionado corren el riesgo de diluirse dentro de las intensas discusiones políticas. Son muchos minutos de interrogatorios y de soledad en la celda de aislamiento, de los que he podido entresacar frases y diálogos interesantes.
Vamos a comenzar por el interrogatorio, en el que sí queda clara su fe y su opción preferencial por la conciencia:
Robert Mohr: "¿Eres protestante?"
Sophie Scholl: "Sí".
R.M.: "La iglesia también requiere obediencia aunque dudes".
S.S.: "La gente asiste a la iglesia voluntariamente. Hitler y los nazis no nos dan otra opción."
R.M.: "¿Por qué te arriesgas tanto por ideas falsas?"
S.S. "Por mi conciencia".
...
R.M.: "Tienes que darte cuenta de que ha amanecido una nueva era. Lo que dices no tiene nada que ver con la realidad.".
S.S.: "Por supuesto que tiene que ver con la realidad. Con la decencia, la moral y Dios."
R.M.: "¡Dios no existe!"
También hay dos oraciónes de Sophie en su celda, ambas con un contenido teológico bastante interesante:
"Querido Dios,
todo lo que puedo hacer es tartamudear ante Ti.
no puedo hacer nada
pero te ofrezco mi corazón.
Tú nos creaste a tu semejanza.
Nuestros corazones están intranquilos
hasta que encuentren la paz en Ti.
Amén".
"¡Qué hermoso día soleado!
Te lo suplico desde el fondo de mi corazón.
Te lo suplico.
Te suplico, aunque no sé nada de Ti.
Tú solo eres mi salvación.
Te lo ruego, complacido, no me des la espalda, querido Dios.
Mi glorioso Padre.
Amén".
En el juicio inculpatorio vuelve a defender una Alemania en manos de Dios y no del Führer:
Juez: "¡A nuestra raza maestra no le importa!"
Sophie Scholl: "Tu raza maestra realmente quiere la paz. Quiere dignidad humana, volver a ser respetada. Quiere a Dios, conciencia y empatía."
Antes de la ejecución se le permite despedirse de su madre, de quien lo hace con estas bellas palabras:
Magdalena Scholl: "Ahora nunca vendrás a través de nuestra puerta de nuevo. Nos encontraremos en la eternidad. No olvides, Sofía... a Jesús".
Sophie Scholl: "Sí Madre. Pero tú tampoco".
Así como del capellán luterano de la prisión, con quien intercambia estas palabras:
Pastor Alt: "Mi nombre es Alt. Soy el ministro de prisiones".
S.S. "Dios mío, Padre glorioso, transforma este suelo en tierra fértil, para que tus semillas no caigan en vano. Deja crecer el anhelo por Ti, el Creador, que muchas veces no quieren ver. Te pido la bendición de Dios".
Pastor Alt: "Que Dios Padre te bendiga, quien te creó a su imagen. Que Dios el Hijo te bendiga, cuyo sufrimiento y muerte te redime. Que Dios el Espíritu Santo te bendiga, quien te lleva a su templo y te santifica. Que la Trinidad te juzgue con misericordia... y te conceda la vida eterna. Amén.
S.S.: "Nadie ama más que el que muere por los amigos".
P.A.: "Dios está contigo".
La película presenta las últimas palabras de Sophie al despedirse de su hermano y sus compañero antes de ser aguillotinados como "El sol todavía brilla. ¡Larga vida a la libertad!". No obstante, otros biógrafos afirman que esas últimas palabras fueron "Dios, mi refugio en la eternidad.". Sea como fuere, no cabe duda que la dimensión espiritual y religiosa de Sophie fue un elemento decisivo en la toma de sus decisiones existenciales y en mantener firme su postura aunque ello la llevara al cadalso.
En definitiva, una película que me ha sorprendido muy gratamente por el nivel de las interpretaciones y por el conocimiento de una historia que desconocía, aunque la investigación posterior acerca de la historia de la protagonista me ha dejado el sabor agridulce de comprobar que se podría haber sido más explícito en la dimensión espiritual de alguien que no me cabe duda fue mártir de la fe (aún no siendo católica, que es la única que declara oficialmente la condición de mártir...)
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