De la Eurocopa que concluyó ayer, más allá de que España la ganara y con ella su cuarto titulo y se convirtiera en la selección que más veces lo ha hecho, lo que más me ha llamado la atención ha sido descubrir la egregia figura de Luis de la Fuente, su entrenador.
El riojano es un hombre modesto, siempre en segundo plano, poco amigo de los focos y las portadas, pero que siguiendo el rastro de Vicente Del Bosque -con un perfil muy similar al del salmantino- ha devuelto a la Selección a la senda del triunfo. Triunfo deportivo, sí, pero también triunfo de una serie de valores de los que se siente orgulloso.
Uno de ellos -y no lo oculta- es la fe. La fe en el Dios de Jesucristo, de la que Europa cada vez reniega más pero que gracias a personas como él aún conserva los rescoldos. En medio de una fe vergonzante llama poderosamente la atención cuando un personaje mediático se confiesa creyente.
Tres han sido los vídeos que he visto estos días y así lo atestiguan. El primero de ellos, de este mismo año, corresponde a una rueda de prensa previa a un partido que la Selección jugó en Sevilla en la que fue a visitar al "Cristo del Cachorro" (De la Expiración) en el barrio de Triana. En ella afirma: "Me tranquiliza saber que tomo decisiones con cierta iluminación, con el apoyo de Dios":
El segundo ha sido durante la Eurocopa, en la que preguntado por una radio supuestamente cristiana (COPE) sobre si tiene alguna superstición corrige a la periodista comentándole que persignarse o santiguarse como él hace en los partidos no es ninguna superstición:
El último es de la rueda de prensa previa a la final. En ella, Luis de la Fuente vuelve a diferenciar entre fe y superstición, al tiempo que una vez más se reafirma en su fe en Dios y en el poder de la oración:
Creo que tenemos entrenador para rato. Ojalá así sea, porque un hombre así a los mandos de la nave verdaderamente me representa.
Destaco la seguridad con la que el entrenador explica su fe ante las preguntas de los periodistas. Es llamativo en esta época en la que esa actitud de seguridad parece ser solo válida para quienes reniegan de la fe y la ridiculizan. Un valiente.
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