Un nuevo cuento, con un mensaje precioso. El otro día mi compañera Natalia me lo recomendaba y de verdad que merece la pena... Es una lección de vida en toda regla. ¡¡¡A disfrutarlo!!!

Un día, caminando por esa playa, reparé en un niño que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez… Al acercarme, me di cuenta de que el niño estaba recogiendo a las frágiles estrellitas de mar y una a una las arrojaba de nuevo al mar. Intrigado, le pregunté por qué estaba haciendo eso y me respondió:
- "Estoy devolviendo estas estrellas de mar al agua. Como ves, la marea ha bajado mucho, y si no las arrojo rápido, morirán aquí deshidratadas."
- "Entiendo...", le dije, "...pero debe haber cientos de miles de estrellitas de mar sobre la playa y nunca podrías devolverlas a todas. ¡Son demasiadas! Quizás no te hayas dado cuenta de que esto mismo sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa, ¿acaso no estás haciendo algo que no tiene sentido?"
El niño sonrió, se inclinó, tomó una estrellita de mar y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:
- Para ésta sí tuvo sentido… para ésta también, y para ésta....
Entonces me incliné, le sonreí, tomé una estrella de mar, y le dije:
"Y para ésta… y para ésta…"
Otras personas que nos estaban observando y escuchando lo que sucedía, empezaron a hacer lo mismo. En un momento éramos varias docenas. Se podía escuchar desde lejos como un coro que decía:
"Y para ésta… y para ésta…"
Qué bonito, ¿verdad? Cada acto de bondad que hacemos a nuestros familiares, seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, a personas conocidas o no, es como una estrellita que devolvemos al mar… Muchas morirán, pero otras, las que están en nuestras manos, se podrán salvar si hacemos lo que nos corresponde y no nos desanimamos por lo inmenso de la tarea.
En nuestra sociedad son muchos los que tiran la toalla y dejan de rescatar estrellitas por culpa del cansancio, de la rutina, de la desesperación o de no verle sentido a lo que hacen.... Los que tenemos fuerzas para recogerlas debemos ser ejemplo para ellos, y darles ánimos en los momentos difíciles igual que un día ellos nos lo darán a nosotros...
En este mundo tan materialista, tan consumista, tan egoísta... un mundo donde la ética ha sido sustituida por la estética... un solo gesto de bondad y de solidaridad tal vez parezca insignificante. Pero si los sumamos, como en la playa, lograremos que muchas personas que han quedado al borde del camino tengan esperanza en la vida y puedan vivir a gusto en las plácidas aguas de Dios.
En sintonía con esta historia la madre Teresa de Calcuta decía en la película que ya hemos comentado en este blog: “Todo el bien que hacemos es como una gota de agua en el océano, pero sin esa gota el océano estaría vacío…”. Creo que de nuevo la frase viene como anillo al dedo. Aprovechemos lo que queda de Cuaresma para rescatar alguna estrellita y arrojarla de nuevo al mar....