domingo, 19 de julio de 2020

Homilía Domingo XVI Tiempo Ordinario (Ciclo A )

"Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?".

¡Cuántas veces en nuestra oración hemos podido repetir a Dios esa pregunta, incluso en forma de reproche, porque no nos parece razonable que si Dios es Bueno y Omnipotente, el bien tenga que coexistir junto al mal!

En el fondo, la liturgia de la Palabra de este Domingo nos presenta la eterna pregunta sobre el misterio del mal, y sus consecuencias: el dolor, la enfermedad, la muerte... ¿Por qué Dios no acaba de un plumazo con toda esa cizaña?. 

Una pregunta tan antigua como el ser humano. Ya Epicureo, en la Grecia clásica, formulaba el problema así:

"¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz?: Entonces no es omnipotente.
¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo?... ¿De dónde surge entonces el mal?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo?... ¿Entonces por qué llamarlo Dios?"

Lo primero que nos tiene que quedar claro es que el mal no proviene de Dios. La cizaña ha sido sembrada en medio del trigo por medio de un enemigo. No es Dios quien la ha sembrado. Lo dice Cristo en el Evangelio de hoy: "Un enemigo lo ha hecho".

Por tanto, ante esas personas que siguen pensando que Dios es un ogro justiciero que envía el mal como castigo por la desobediencia a su voluntad, convendría repetirles con fuerza y convicción el Salmo responsorial que se recita hoy, el salmo 85:
"Tú, Señor, eres bueno y clemente, lento a la cólera y rico en piedad".

Pero ... ¿Y la Omnipotencia?... Puede que sea verdad que Dios es bueno...dirán algunos... pero si quiere quitar el mal porque es bueno, pero no puede... ¿por qué seguir llamándolo Dios Omnipotente?.

La primera lectura nos afirma que Dios es todopoderoso y por eso mismo nos gobierna con indulgencia. El poder de Dios, su Omnipotencia, se manifiesta en su capacidad para perdonar y dar la vida. O, como dice la segunda lectura, "el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos inefables"

Es decir, el poder de Dios está de nuestro lado, está de lado de la vida y del bien y no dejará que la cizaña se salga con la suya. El poder de Dios nos sostiene, y aunque permite que la cizaña crezca junto con el trigo, eso no le quita a Él ni un ápice de Omnipotencia. Ese es el Dios que la Iglesia proclama, y no el temible ogro artífice de castigos, condenas y venganzas.

Pero... Aunque tengamos claro que Dios es misericordioso y en que su Omnipotencia está con nosotros en medio de nuestras luchas y circunstancias adversas, ... ¿No sería mejor que en vez de darnos apoyo y fortaleza quitase de un plumazo la causa de nuestros suplicios?

Para poder entender este misterio, permitirme que haga uso de uno de los cuentos que a mi me encantan, y es que a veces un cuento ilustra más que un manual enciclopédico:

"Un día, en una pequeña abertura de un capullo apareció la cabeza de una oruga; un hombre se sentó a observar a aquella oruga y sus infructuosos esfuerzos por salir de aquel capullo. Tanta pena le dió aquella angustiosa escena, que nuestro hombre, que tenía muy buen corazón, decidió ayudar a la oruga y agrandó el agujero con unas tijeritas. La mariposa entonces salió sin dificultad.
Pero su cuerpo estaba débil, las alas no estaban desarrolladas y las patitas no la sostenían.
El hombre continuó observándola esperando que en cualquier momento se lanzara a caminar y emprendería el vuelo a través de las flores.
Pero nada de eso sucedió.
La mariposa pasó toda la vida arrastrándose por el suelo. Fue incapaz de elevar el vuelo".

Lo que aquel buen hombre no entendió, es que, la mariposa al hacer un gran esfuerzo para atravesar el pequeño agujero, extendía unos jugos vitales por todo su cuerpo que se iban distribuyendo y extendiendo, hasta llegar a sus alas, que fortalecidas, le capacitaban para volar. Al salir del agujero sin ese esfuerzo, las alas no recibieron la sustancia necesaria y fueron incapaces de batir con fuerza para remontar el vuelo. Un "bien" (agrandar el agujero), se torno en un mal... porque un mal (el suplicio de salir de un estrecho agujero), se habría convertido en un bien.

Y es que algunas veces, muchas veces, necesitamos el esfuerzo y la dificultad en nuestra vida.. necesitamos que la cizaña crezca junto al trigo, y que esa cizaña nos espolee, madure y fortalezca.
Si Dios nos permitiera pasar por nuestras vidas sin obstáculos, quedaríamos débiles. No llegaríamos a ser lo que verdaderamente estamos llamados a ser, ni adquirir la plenitud que estamos llamados a alcanzar.

Por lo que me atrevo a terminar con esta oración que en momentos delicados de mi vida me dio luz para entender el por qué del sufrimiento y del aparente silencio de Dios:

"Pedí a Dios fuerza para grandes logros... me hizo débil para que aprendiera humildemente a obedecer

Pedí a Dios riquezas para poder ser feliz... me dió pobreza para poder ser sabio

Pedí a Dios poder para obtener alabanzas de los hombres... me dió debilidad para sentir la necesidad de Dios.

Pedí a Dios de todo para disfrutar de la vida... me concedió la vida para poder disfrutar de todo lo que Él me ha dado.

No recibí nada de lo que pedí, pero me fué otorgado todo lo que necesité, y me fueron concedidas todas las peticiones que no hice.

Y soy entre todos, una persona afortunada...

¡Bendita cizaña que me hizo experimentar la grandeza de Dios!

Luis Salado de la Riva

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