sábado, 25 de julio de 2020

Homilía Domingo 17 Tiempo Ordinario Ciclo A

¿Quién no ha soñado alguna vez con que le pase lo que nos relata la lectura del Libro de los Reyes que le pasó a Salomón?: Todo un Dios diciéndote: "Pídeme lo que quieras"

Te invito hoy a que antes de pensar o decir nada, dediques cinco minutos a meditar qué le habrías contestado a Dios. 

Piénsalo a fondo, porque no es una respuesta baladí, de la manera que respondas a esa cuestión te estarás radiografiando. 

En un porcentaje muy elevado, estoy seguro que muchos de nosotros, a bote pronto, pensaríamos en nosotros mismos y en nuestros seres queridos para que no nos/les faltase/n ninguna de las necesidades básicas que este mundo nos ofrece: salud, sustento económico, descanso, placer, poder...

La primera lectura nos relata lo que contestó Salomón a esa propuesta. 

Quizás, sin haber tenido la suerte de haber conocido el Evangelio, captó de una manera prodigiosa que Dios es un tesoro escondido, y que por encima de las "necesidades" de este mundo, hay algo o Alguien que sí que es verdaderamente imprescindible para nuestras vidas.

O dicho en palabras de San Pablo: "A nada le concedo valor, si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero basura a cambio de ganarlo a Él". (Flp 3, 8).

Si estamos convencidos de que, aunque sea un tesoro escondido, no hay valor mayor que poseer a Cristo... si estás en Misa este Domingo... e incluso a punto de recibirlo en Sagrada Comunión... a lo mejor va a resultar que esa propuesta que recibió Salomón, y que tanto él como San Pablo hicieron vida, no está tan lejana a la que hoy Dios te propone:

"Pídeme lo que quieras... si me eliges, te resuelvo la vida"

Luis Salado de la Riva

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