lunes, 6 de junio de 2022

Conversaciones con Dios (Conversations with God, EE.UU., 2006)

Comentamos hoy esta película de Stephen Deutsch (Stephen Simon de soltero) un director que únicamente rodó dos filmes (el que hoy nos ocupa e Indigo, ambas con un marcado acento humanista) y que posteriormente se convirtió en cofundador de The Spiritual Cinema Circle, productora dedicada a promocionar y publicitar un tipo de cine espiritual y religioso que sea a la vez una defensa de los valores.

El título que hoy comentamos se basa en el best seller de Neale Donald Walsch, libro que fue traducido a 36 idiomas y leído por más de siete millones de personas en todo el mundo. Posteriormente dio lugar a toda una saga de libros del mismo autor con títulos parecidos, aunque menor éxito. El film cuenta con la interpretación en el papel principal de Henry Czerny, actor que ya  había intervenido como secundario en otras películas de carácter religioso como Poseído o El Exorcismo de Emily Rose. Su actuación es esencial para juzgar la obra, pues a excepción de tres breves momentos, el protagonista principal está presente en todas las escenas de la película.

La película (como suele pasar en estos casos) no estuvo a la altura del libro, al menos en cuanto a la crítica. A pesar de un presupuesto modesto y pese a ello recaudar más de un millón de dólares, los críticos de este tipo de filmes siempre son demoledores con ellos, bien por no comprender íntegramente su mensaje o bien porque se oponen frontalmente al mismo, lo que les resta objetividad e imparcialidad. El slogan de la misma a mi parecer tampoco ayudó en exceso a la promoción: "Dentro de cada uno de nosotros, hay una voz que dice la verdad". Creo que faltó en este caso algo de imaginación y provocación. No obstante, el film presenta temas y cuestiones interesantes, como el cambio radical de vida, la transformación interior o el valorar las cosas verdaderamente importantes de la vida. La dimensión religiosa es evidentemente esencial a la trama, si bien es más discutible la manera en la que el mensaje divino llega al protagonista.

Vamos con el argumento. Neale Donald Walsch es una persona completamente normal al que poco a poco se le complica la vida. En un espacio corto de tiempo se encuentra sin trabajo, sin familia, sin casa y sufriendo un tremendo accidente de tráfico que le lesiona el cuello. Llegado al punto más bajo de una existencia humana (dedicando su vida a mendigar para sobrevivir) comienza a escribir sus Conversaciones con Dios sin ni siquiera sospechar que su vida volvería a dar un giro radical pasando de la miseria al éxito en un corto espacio de tiempo.

A nivel espiritual la película (y los libros) son bastante sincretistas, recogiendo y fusionando una variedad enorme de autores filosóficos (Platón, Sócrates, Rousseau, Spinoza, Hegel, Schopenhauer -incluso Nietzsche-) y sistemas de creencias teológicas tan variadas como el cristianismo, el hinduismo, el budismo y el sijismo. La espiritualidad oriental está especialmente presente en las nociones de Dios y de la creación, siendo de esta manera un claro exponente de lo que se conoció a comienzos del milenio como la espiritualidad New Age.

La crítica anterior no impide que haya contenidos y diálogos interesantes. Voy a destacar estos dos que a mí personalmente son los que más me han llamado más la atención:

Kay: "Si Dios tuviera un solo mensaje, su mensaje más importante para todos nosotros, y pudieras ponerlo en un párrafo, ¿Cuál sería?"
Neale: (pausa) "Puedo encajarlo todo en tres palabras. Me malentienden completamente"

Televidente enojado: "Me parece que has escrito un libro de mentiras".
Neale: "Si me preguntas si inventé todo esto... la respuesta es no. Pero, te diré más, yo me he preguntado lo mismo que tú te estás preguntando... ¿Alguien creerá esto? ¿Me creerán? ¿Creerán de dónde vino el mensaje realmente? Solo espero que tomen esa decisión desde vuestro propio corazón, no desde lo que piensan de mí personalmente. Y por favor, no descalifiquen o marginen el mensaje porque... yo... sea... un mensajero tan falible".

En fin, una película interesante, no cristiana al cien por cien pero con elementos trascendentes que tampoco abundan en los tiempos que corren, lo que hacen aconsejable su visionado, siempre que se tenga claro dónde está el límite entre la realidad y la ficción. 

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