lunes, 8 de agosto de 2022

El Exorcista: El comienzo (Exorcist: The Beginning, EE.UU., 2004)

La historia de esta película es una de las más extrañas de la historia del Cine. Tras el rotundo éxito de la trilogía de El Exorcista (siendo la segunda parte un fiasco de crítica, económicamente fue muy rentable...) los propietarios de los derechos decidieron hacer una precuela (contar el origen de la historia) siguiendo la misma dinámica que se realizaba con otras sagas.

El proyecto fue encargado a Paul Schrader, guionista de películas ya comentadas aquí como La Última Tentación de Cristo o El Reverendo, aparte de la magistral Taxi Driver, quien en su línea intimista realizó un film de diálogos profundos y sin estridencias. Tan es así que la productora, una vez terminada la película, creyó que era poco comercial y decidió rehacerla casi íntegramente, tarea que recayó sobre Renny Harlin. El director finlandés contaba con éxitos en películas de acción a sus espaldas como La Jungla 2 o Máximo riesgo, con una visión del cine basada en el entretenimiento y la espectacularidad, concepciones diametralmente opuestas a las de Schrader. Tras revisar el material existente, Harlin únicamente rescató 10 minutos de lo ya rodado, a los que añadió múltiples escenas, lo que convirtieron el film en un producto completamente nuevo, con las dificultades añadidas de que muchos actores se habían negado a repetir escenas o incluso a participar en las nuevas grabaciones. Schrader, por su parte, consiguió vencer un pleito a la productora y estrenar su película con otro nombre,  "El exorcista. El comienzo: La versión prohibida (V.O.: Dominion: Prequel to the Exorcist)" que no obtuvo muchos mejores resultados respecto al público aunque sí en cuanto a la crítica de los expertos. 

Con un elenco de actores en su mayoría desconocidos o poco mediáticos (Stellan Skarsgård, James D'Arcy, Izabella Scorupco...), una B.S.O. de la que desaparecía de nuevo Mike Oldfield y la problemática anteriormente mencionada, el resultado dejó mucho que desear. Con tanto cambio, el guionista de la primera y tercera entrega, William Peter Blatty, llegó a decir que ver esta película fue su "experiencia profesional más humillante". Todo ello le valió al film dos nominaciones a los Premios Razzie (peor director y peor remake o secuela) aunque afortunadamente para sus creadores no obtuvo ninguno. También tiene el dudoso "privilegio" de ser la primera película deficitaria de la saga, ya que con un presupuesto de 80 millones de dólares solo recuperó 78.

El argumento lo encontramos resumido en su eslógan promocional: "Descubre el lugar donde nació el mal...". La acción se sitúa en África en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En El Cairo, el padre Lankester Merrin, se está tomando un año sabático por experiencias traumáticas vividas durante el conflicto bélico. Interesado en la arqueología, va teniendo noticias de un demonio llamado Pazuzu que lo conducirán hasta Kenia, descubriendo allí una extraña iglesia enterrada y vandalizada con un crucifijo invertido, así como distintos casos de posesiones y desapariciones de los aldeanos, todos ellos extraños sucesos que finalmente lo enfrentarán cara a cara con el Maligno en un tenso exorcismo.

A mi personalmente la película me parece entretenida, sin más, aunque también innecesaria, ya que no aporta gran cosa a lo que ya había. El personaje es el mismo interpretado por Max Von Sidow en El Exorcista, lo que concede algo de continuidad. También se basa en algunos elementos de El Exorcista II pero sin un hilo conductor claro. Se nota en exceso que los guionistas de las sucesivas películas fueron cambiando, lo que hace que no haya una visión de conjunto clara como en otras sagas.

A nivel espiritual ya está casi todo contado en anteriores entregas, aunque hay algunas cosas novedosas e interesantes.

En primer lugar el padre Merrin experimenta una clara evolución en su personaje, pasando de ser un sacerdote que duda de la vocación y de Dios a convertirse en un ferviente creyente. En esta frase expresa su escepticismo ante las primeras experiencias extrañas que percibe:

Padre Merrin: "Tener orgías con cabras no los vuelve poseídos, simplemente cachondos... e inventivos".

Al final del proceso el padre Merrin reafirma su sacerdocio, aunque para ello haya tenido que experimentar la presencia diabólica del Mal. Se transite así la idea de que el descubrimiento del demonio es una puerta abierta a una creencia más profunda en el único Dios que nos puede librar de él. Esta idea sí me parece sugerente e interesante. Se trata de una prueba indirecta de la existencia de Dios no por sí mismo, sino por experimentar la acción del demonio en el mundo. Esta frase de Sarah, una doctora presente en las excavaciones es sintomática en ese sentido:

Sarah: "A veces pienso que la mejor vista de Dios es desde el Infierno".

En las últimas líneas de la película vemos que el Padre Merrin realiza una llamada telefónica y vuelve a ir vestido de cura, y por primera vez en la película se llama a sí mismo "padre", con lo que entendemos que ha reafirmado su vocación y vuelve a ser sacerdote en activo:

Padre Merrin: "Soy el padre Merrin".

Por contra y como elemento negativo, creo que el film se excede en el vocabulario soez, que en las anteriores entregas formaba parte necesaria de las posesiones, pero que en este caso me parece que es un recurso del que se abusa. Valgan como ejemplo estas citas:

Sarah: (Poseída) "¿Qué pasa, Merrin? ¿No quieres follarme más?".
Sarah: (Poseída) "No le importa esta puta. ¡Pero a ti sí... porque quieres meter tu polla podrida en su jugoso culo!".

La semana que viene comentaremos la versión de Schrader, que presenta algunos matices diversos aunque en el fondo es una variación del mismo tema...

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