lunes, 5 de febrero de 2024

Forja de hombres (Boys Town, EE.UU., 1938)

Pasamos de comentar una película de 2022 a analizar hoy Forja de hombres, un film con 86 años de antiguedad pero por el que el tiempo parece no pasar. Con ello, esta entrada se convierte en la película religiosa más antigua comentada en este blog, récord simbólico que hasta ahora ostentaba La canción de Bernadette (1943).

La cinta de Norman Taurog fue acreedora de cinco nominaciones a los Oscars (incluyendo Mejor Película) de los que finalmente solo obtuvo dos, Mejor Actor (Spencer Tracy) y Mejor Guión Original. Al oscarizado protagonista principal le secundó magistralmente el por aquel entonces niño Mickey Rooney, quien comenzaba una carrera cinematográfica plagada de éxitos. Su desparpajo e interpretación ya auguraban esa brillante carrera.

Una curiosidad muy interesante: La película está basada en la historia real del Padre Edward Flanagan, quien murió 10 años después del estreno del film, lo que le convertía así en la primera persona de la historia en la que el actor que interpretaba a una persona viva ganaba un Oscar. Dicho Oscar fue regalado (a regañadientes, eso sí, y asegurándose de que La Academia le entregaría a él una copia) por Spencer Tracy al Padre Flanagan, tras una confusión en la promoción del film por parte de un guionista, quién aseguró a los periodistas que esa era la intención de Tracy (sin consultarlo con el interesado...).

Vamos con el argumento, que tantas y tantas veces se ha repetido en la historia del Cine, tanto con protagonistas curas o monjas como profesores, médicos o misioneros...:

El Padre Edward Flanagan (Spencer Tracy) acompaña a un convicto en sus últimos momentos en el corredor de la muerte. Allí el reo le confiesa que de haber tenido otra infancia, no habría terminado de esa manera.  Entre lágrimas le dice que nunca tuvo un amigo y que el reformatorio donde pasó su juventud solo sirvió para convertirlo en un delincuente. A partir de ese momento, el sacerdote dedica toda su vida a acoger niños huérfanos y marginados de las calles de Nebraska. Primero unos cuantos, luego fundaría toda una ciudad... "La ciudad de los muchachos". De entre todos ellos, solo uno parece ser inmune a los métodos del Padre FlanaganWhitey Marsh (Mickey Rooney). 

Las interpretaciones son extraordinarias, el ritmo te mantiene enganchado a la trama en los apenas 90 minutos que dura la historia, y la transmisión de valores humanos, sociales y religiosos son más que evidentes. Muchas de las historias contadas en los años posteriores beben sin duda de la fuente de esta original película por la que -insisto- apenas se nota el paso del tiempo. Si acaso se añora que valores tan importantes de la época como el honor o la honestidad hoy estén en desuso. El valor de la palabra dada o la coherencia entre lo que se cree, se piensa y se hace no viven precisamente sus mejores momentos. Más allá de este diferente contexto social -que no es menor, por cierto- la hiostoria en sí y la manera en la que es contada son completamente contemporáneas. 
 
Algunas de las frases y diálogos que me parece merecen la pena ser destacados son las siguientes:

Dan Farrow: [con pánico, sabiendo que va a morir en la silla eléctrica] "¿Cuánto tiempo me queda, padre?"
Padre Edward J. Flanagan: "La eternidad comienza en cuarenta y cinco minutos, Dan".
D.F.: "¿Qué pasará entonces?"
P.E.J.F.: "Oh, uno o dos minutos malos".
D.F.: "¿Y después de eso?"
P.E.J.F.: "Bueno, Dan, esa es una pregunta que los científicos y filósofos se han estado haciendo durante un millón de años".

Dave Morris: "Nadie duda de sus buenas intenciones"
Padre Edward Flanagan: "De ellas está lleno el infierno"


Muchacho rezando: "Señor da pan a los que tienen hambre y paz a los que tienen pan"
Otro: "Gracias Señor por esta merced que de tu misericordiosa bondad recibimos"
Otro: "Padre celestial, gracias por esta comida"
Otro: "Señor de Cielo y Tierra ampara a todos los que sufren en este momento"
Otro: "Dios bondadoso, que la comida que nos das fortalezca nuestros cuerpos"
Whitey Marsh: "Oye, ¿por qué no os enseñan a todos lo mismo?"
Boliche: "No hace falta, tú das las gracias como quieras. Aquí puede cada uno tener sus propias creencias y pensar como quiera"
Tony Ponessa: "Si tú eres católico o protestante, puedes seguir siéndolo"
W.M.: "Bueno, yo no soy nada".
T.P.: "Entonces, puedes seguir "siendo nada" y a nadie le importa".

Padre Edward Flanagan: "¿Querrás dejarme a solas con el problema?
Dave Morris: "¿Qué te propones hacer?"
P.E.F.: "Algo que hago en la intimidad: rogar a Dios"

Padre Edward Flanagan: "No existe ningún chico malo".

Padre Edward Flanagan: "Sé que una madre puede darle unos azotes al chico más duro del mundo, y él lo olvida porque sabe que ella lo ama".

Lo dicho, imprescindible. Ahora toca ver y comentar la segunda parte, "La ciudad de los muchachos".

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