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Cristo Redentor de la fachada de San Pedro |
Llevábamos ya una semana en
Roma, pero todavía quedaba mucho por ver. Desgraciadamente la realidad se imponía y había que realizar muchos recortes en el ambicioso programa que llevábamos desde
España.
Por ser domingo sí realizamos una pequeña concesión al descanso, y dado que íbamos a ir a las 12:00 al Ángelus con el Papa tampoco había excesiva prisa, por lo que estiramos el despertar y el desayuno un poco más de lo habitual. Al finalizar el mismo volvimos a tomar el tren hacia San Pedro y en pocos minutos volvíamos a estar ya en la Plaza de San Pedro. Era la cuarta vez que íbamos en una semana y según el programa previsto, también la última. La oportunidad de ver al Papa en vivo era cuestión de minutos, y la sensación de vivir un momento importante en nuestras vidas volvía a hacerse presente una vez más.
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Cúpula de San Pedro |
Hacía calor, pero afortunadamente no era excesivo. Eso sí, la plaza estaba llena de paraguas que protegían del sol a los turistas y peregrinos. Teníamos pensado comprar algunos recuerdos más que habían quedado en el tintero, así que fuimos a las calles adyacentes a la plaza para aprovisionarnos de nuevo. A las 11:30 volvimos a la
Plaza, que a esa hora estaba mucho más concurrida que anteriormente, pero al ser solamente dos pudimos meternos entre los grupos de peregrinos y coger un sitio bastante bueno cerca del Obelisco para ver al
Papa. La distancia era aún así considerable, pero una pantalla gigante ayuda a ver los gestos del
Papa y no perder detalle. Al toque de las campanas de las 12 del mediodía hacía acto de presencia ante la primera ovación de la mañana. Tras unos breves saludos con la mano, dio comienzo al sencillo acto dominical.
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Papa Francisco en la Catequesis dominical |
Como siempre comenzó con una pequeña catequesis sobre el
Evangelio del día, en este caso la multiplicación de los panes y los peces. En voz queda le iba traduciendo a mi esposa sus palabras. En ellas instó a buscar el pan espiritual y no solo el pan material que se acaba. Habló del amor, del perdón y de la misericordia de
Dios Padre que todo lo perdona provocando una mirada cómplice entre nosotros. Posteriormente saludó en varios idiomas a los grupos presentes, siendo respondido con vítores, aplausos y ovaciones. Finalmente, rezamos la oración a la
Virgen, el
Ángelus, para posteriormente retomar la palabra y desearnos buena estancia en
Roma. Por unos minutos, la plaza se convirtió en un ir y venir de gente en todas direcciones, muchas de ellas con lágrimas en los ojos y notablemente emocionados. Nosotros no éramos ajenos a todo ello.
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Curiosa imagen del Papa con
avión al fondo de la imagen |
Es el tercer Papa que tengo la suerte de haber conocido
in situ y todos ellos han supuesto para mi una emoción diferente. Entre los años 1999-2001 tuve ocasión de comprobar la fortaleza interior de
Juan Pablo II ante su declive físico, en 2007 la pujanza de
Benedicto XVI en su primer año de Pontificado y ahora al
Papa Francisco con el soplo de aire fresco que ha traído a la
Iglesia. En los tres he sentido la presencia de hombres de Dios entregados a su misión, luchadores aferrados a sus convicciones que tienen que gobernar una barca que transporta a más de 1.000 millones de almas, lo que no es en absoluto tarea sencilla. Tratándose al mismo tiempo de la Institución religiosa más numerosa del mundo y de un Estado -con la burocracia y la Diplomacia que ello conlleva- nos podemos imaginar que sus vidas a menudo quedan aisladas en la soledad del poder y la incomprensión de quienes no manejamos sus mismos conocimientos ni sus mismas experiencias. Todo el mundo opina, todo el mundo critica... pero en última instancia solo a ellos corresponde la toma de decisiones, en algunas ocasiones, con miles de vidas en juego. Pienso ahora en los cristianos de
Siria, de
Irak, de
Afghanistán, de
China, de
Cuba, del
Congo... y en tantos países donde la fe cristiana aún está prohibida o se castiga con la pena de muerte a quien lo profesa. Ver al Papa te hace respirar la catolicidad de la
Iglesia y hace que uno se sienta refugiado en el abrazo materno de la columnata de
Bernini, que no hace distinción de raza, lengua, cultura o nacionalidad.
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Estatua de Santiago - Jacobo - Jaime |
En fin, con todos estos y muchos más pensamientos en mente nos volvimos al Hotel para almorzar algo de pasta y descansar antes de reemprender la marcha.
La ruta de la tarde también fue tranquila. El objetivo era revisitar de nuevo las plazas más significativas y recuperar alguna
Iglesia de las que siempre encontrábamos cerrada. Al ser domingo había posibilidades de encontrarlas abiertas para el culto, como efectivamente así sucedió.Comenzamos de nuevo en
Piazza Venezia y tomando
Via del Corso llegamos hasta
Piazza del Popolo. Unos metros antes de llegar a la misma se encuentra la
Chiesa de San Giacomo in Augusta, mi santo patrón. Dentro de una fachada no excesivamente impactante nos encontramos una auténtica preciosidad, como casi todas las
Iglesias de
Roma.
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Elefante obeliscóforo de Bernini |
Pasada la plaza llegamos a
Santa María del Popolo, otra coqueta
Iglesia que alberga en su interior dos de las más importantes obras de
Caravaggio: La crucifixión de San Pedro y
la Conversión de San Pablo. Por
Via del Babuino volvimos a
Piazza Spagna -pasando por la embajada de España- y a la
Fontana de Trevi, donde lanzamos la habitual moneda con la esperanza de volver algún día a la
Ciudad Eterna. A pesar de la restauración han dejado un hueco para lanzar las monedas, por lo que el simbólico acto pudo celebrarse. Volvimos a pasar por
Santa María Sopraminerva para admirar el
Obelisco del Elefante.
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Pizzas y birras del Trastevere |
Era momento de reponer fuerzas, así que nos desplazamos de nuevo al
Trastevere a probar nuevas delicias culinarias romanas. Allí nos encontramos con nuestra rubia amiga
Peroni, quien no quiso faltar un día más al encuentro. Alternamos las pizzas con los
antipasti variados, dando buena cuenta de todos ellos. La jornada concluía con el ya consabido helado reparador de camino al Hotel.
Quedaban dos días más y había que aprovecharlos bien...
Que hermoso, estoy muy conmovida con su relato; lo vivi y espero en Dios poder tener el privilegio de ir a la Ciidad de Roma. Muchas bendiciones y gracias por compartir esta linda experiencia.
ResponderEliminarBuen fin de Semana y Bendiciones Jaime,,,,
ResponderEliminarAprecio mucho esta tu descricion de la visita a San Pedro para partecipar en el Angelus y la Catequesis de papa Francisco. Tu la describes de maravilla. Ya te he dicho que me encanta leer tus escritos: no se hablar tu idioma, pero mi doy cuenta si es perfecto. Los detalles y sentimientos contrastantes de estar en una asamblea cristiana cuando otros, no pueden gozarlos - los de Siria, Iraq, china, Cuba. Todo manifiesta tu buen corazon cristiano que, en el momento de gozo piensa a quienes no lo tienen. Es maravilloso. A mi me hace bien leer lo que escribes con el corazon y el alma. Felicitaciones tambien por tu patrón:lo desconocia. Te dio su bendicion antes de volver a España, lo creo!
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