sábado, 6 de junio de 2020

Homilía Domingo Santísima Trinidad Ciclo A

Creer en la Santísima Trinidad es tanto como creer que Dios es Amor. (I Jn 4, 8).

En este Domingo de la Trinidad, las palabras para explicar este Misterio son intentos vanos y estériles, como lo serían pretender coger el aire a puñados o ponerle puertas al mar.

El papa Francisco en el Ángelus de la Solemnidad de la Santísima Trinidad el 31 de Mayo de 2015 dijo: "La Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la Vida de Dios, el misterio de amor del Dios Vivo”.

Ahondando en esa frase del papa, permitidme que comparta con vosotros tres consecuencias de cómo tendría que ser nuestra vida, si queremos ser reflejo de ese Dios Amor.

- Ser uno con el otro: La Trinidad es vivir con. No es una existencia aislada ni solitaria. Es una existencia en compañía. Nuestro vivir es también un existir junto a otros. Por supuesto junto a Dios, pero también con el prójimo. El vivir en compañía nos tiene que llevar a ser personas capaces de comunicarnos. La auténtica comunicación requiere hablar con sinceridad (no es verborrear temas ajenos o superficiales) y ser capaces de escuchar con paciencia: "Dios nos hizo con dos oídos y una boca, para escuchar el doble de lo que hablamos". Y ya que hablamos de Misterio Trinitario, de Misterio de Amor: El amor se expresa más en la escucha que en el consejo... Para dar consejos... sobran candidatos, para escuchar...¡Qué trabajito cuesta encontrar a alguien!

- Ser uno para el otro. La Trinidad no solo es vivir juntos, es vivir para el otro. Es un vivir que se desvive. Un vivir que da la vida. Un vivir que muere: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". (Jn 15, 13). Nuestro vivir como imagen de la Trinidad tiene que ser reflejo de esa entrega. "Conviene que yo mengüe, para que el otro crezca", decía el Bautista cuando apareció el Mesías por el Jordán. (Jn 3, 30). O como recuerda San Pablo que afirmó el Señor: "Hay más alegría en dar que en recibir".(Hch 20, 35). Sólo la humildad nos hará morir a nosotros mismos, para que sea el otro, el que viva.

- Ser uno en el otro: La Trinidad es Comunión, Unión íntima. Nuestro vivir creyente ha de estar basado en la fuerza de la comunión. La comunión va más allá de nuestras afinidades y afectos humanos y que se basa en la certeza de ser parte de ese misterio Trinitario. No se trata ya ni de mí, ni de ti, ni de él, sino de nosotros. Y ese nosotros ha de vivirse no solo con Dios, sino también con los hermanos. "Qué sean uno, Padre como Tú y Yo somos uno, para que el mundo crea" (Jn 17, 21). En la vivencia de la comunión está en juego nuestra credibilidad como testigos de Dios. No es fácil vivir en comunión, y como la vida nos enseña,... tarde o temprano, es imposible la comunión sin el perdón. El perdón es la máxima expresión del amor. Dime cuanto perdonas y te diré cuanta imagen de Dios Uno y Trino llevas en tu alma.

Escucha, desvívete y perdona: Serás reflejo del Amor Trinitario. Serás reflejo del Dios Amor.

Luis Salado de la Riva

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