lunes, 25 de abril de 2022

Barrabás (Barabba, Italia, 1961)

La última película religiosa que pude ver esta pasada Semana Santa y que hoy comento fue Barrabás, película italiana que es sin duda uno de los máximos exponentes de las superproducciones de Cinecittà, si bien contó con el soporte técnico y artístico de Hollywood.

La película está basada en la novela del Premio Nobel de Literatura de 1951 Pär Fabien Lagerkvist, escritor sueco cuya obra más relevante es quizás esta. Se trata de un relato de ficción sobre la posible vida de Barrabás, aquel a quien el pueblo judío prefirió salvar en lugar de Jesucristo ante la oferta de indulto pascual de Poncio Pilato. Su eslogan "La película que comienza donde otras grandes terminan" resulta muy acertado, pues verdaderamente suponía un camino inexplorado y atrayente para una época en la que las producciones sobre la vida de Jesucristo comenzaban a ser ya muy abundantes y repetitivas. 

El escogido por Dino de Laurentiis para dirigir el proyecto fue Richard Fleischer, quien ya contaba por aquel entonces con una dilatada experiencia tras las cámaras, teniendo además como carta de presentación en el cine de aventuras su éxito de 1954 20.000 leguas de viaje submarino.  

El elenco de actores es también muy destacado, con Anthony Quinn (Barrabás), Vittorio Gassman (Sahak) y Silvana Mangano (Raquel) como sus exponentes más destacados. La música, decorados, vestuario y fotografía son bastante convincentes, si bien al no ser una película estadounidense no tuvo ningún reconocimiento en ese país. Destaca especialmente la escena de la crucifixión de Jesucristo, rodada en la Toscana durante un eclipse de sol real el 15 de febrero de 1961, con las dificultades que ello entrañaba. Creo que es también justo subrayar que parte del argumento y de la ambientación remiten sin duda a Quo Vadis o Ben Hur, rodadas ambas en la década anterior y de las que esta película tomó buena nota. Imagino que algo también hay de Espartaco, pero al ser de 1960 dudo mucho que se copiaran demasiados elementos, aunque es posible que sí lo hicieran de la versión italiana de 1953.

La acción comienza con el juicio a Jesucristo en la noche del jueves santo y la posterior liberación de Barrabás. A partir de ahí, de la mano de su amada Raquel, el protagonista presencia de primera mano los últimos momentos del Mesías: Vía crucis, muerte en el Gólgota, sepultura y resurrección. Ninguno de estos acontecimientos consigue cambiar la actitud del violento y licencioso Barrabás, como tampoco lo hará la injusta muerte de Raquel a manos de los mismos miembros del Sanedrín. Tras volver a realizar nuevos asesinatos, Barrabás es condenado sucesivamente a ser esclavo en unas minas de azufre de Sicilia, a trabajos forzados en el campo y a ejercer de gladiador en Roma, consiguiendo siempre esquivar a la muerte y salir airoso de las dificultades.

El análisis espiritual del film viene de la mano de su protagonista y de su evolución en la fe. Durante la mayor parte del mismo se presenta como alguien confundido, que no entiende porque en los planes de Dios estaba la muerte de su propio Hijo y su liberación. Barrabás no cumple la ley judía -es un asesino, pendenciero, mujeriego...- pero si se presenta como un creyente en un Dios protector. Esta duda existencial transe toda la trama, en la que Barrabás llega incluso a creerse inmortal o escogido por la divinidad para algo importante. De esa certeza interior es de donde saca fuerzas en los momentos difíciles de su existencia, si bien es cierto que a lo largo de toda su vida se niega a reconocer la figura de Cristo como el Hijo de Dios. Salvando las distancias, es lo que hoy conocemos como un creyente no practicante, con escasa conciencia de los propios pecados y una religiosidad interesada. Poco antes de morir, Barrabás está convencido de que el mensaje de los cristianos se basa en la llegada del Reino de Dios por la fuerza y a través de la violencia, siendo necesario destruir -quemar- este mundo para la llegada del otro. De este error lo saca el propio San Pedro en la cárcel mamertina, haciéndole ver que "la violencia solo genera violencia", y anunciándole un camino de paz y de amor al que -ahora sí- Barrabás se convierte y adhiere hasta morir crucificado como un cristiano más. 

Hay muchos diálogos interesantes, pero no todos caben en este comentario. Voy a destacar algunos de ellos, comenzando por una escena que me parece muy visionaria. Es aquella en la que Barrabás se encara con Pilato y con los soldados romanos, a quienes acusa de no ser mucho mejores que él. Unos matan por necesidad y otros porque lo impone la ley romana, pero en el fondo todos son culpables ante Dios. Y digo que es visionaria porque hoy se habla mucho del contexto en el que uno nace y se educa y la manera en la que ello condiciona nuestra existencia. Creo que cualquier psicólogo o sociólogo de hoy en día podría validar estas palabras:

Barrabás: "Bueno, ¿De qué otra manera habéis vivido sino a la mía? Cualquiera que esté contra nosotros o se interponga en nuestro camino, nos deshacemos de él. Mi cuchillo puede haber cortado algunas gargantas, pero ¿Qué hay de vuestras armas? Han ajusticiado a miles y miles. Si yo he abusado de alguna mujer que pasaba, vuestros ejércitos han saqueado y violado a lo largo de los continentes, ¡Y han sido llamados la gloria de la tierra por hacerlo! Nacisteis según la ley y crecisteis según la ley. Yo nací de una chica expulsada de un burdel, que dio a luz y me maldijo antes de morir. Pero os lo digo, pertenecemos a la misma manada".

La segunda frase que extraigo es de Sahak, el cristiano que poco a poco va haciendo cambiar la mentalidad religiosa de Barrabás. Si la anterior frase haría las delicias de sociólogos y psicólogos, creo que la siguiente podría formar parte perfectamente de un tratado de Antropología Teológica o de Teología Fundamental:

Sahak: ¿Crees que todas las cosas de la tierra y de los Cielos han sido hechas por la única razón según la cual debemos comer, hacer dinero y engendrar niños; matar y morir?

Y por último, como no podía ser de otra manera, os copio el diálogo entre Pedro y Barrabás, clímax de la película. Es algo extenso, ya que se trata prácticamente una catequesis mistagógica tras la que Barrabás se convierte definitivamente al cristianismo:

Pedro: "Esta ciudad en llamas no es obra nuestra. Así no es como se va a hacer el nuevo Reino. Te equivocaste".
Barrabás: "¿Quién eres tú para decirme que estoy equivocado?"
P.: "Hace muchos años, hablamos juntos. ¿Te acuerdas?"
B.: "No".
P.: "Me preguntaste por qué estaba haciendo una red tan lejos del mar".
B.: "Jerusalén. La calle de los alfareros".
P.: "Estabas tan equivocado entonces como lo estás ahora".
Mujer cristiana: "Nosotros no incendiamos la ciudad".
Hombre Cristiano: "Le has hecho el trabajo a las fieras del emperador".
M.C.: "¿Estás loco?"
H.C.: "Fue su fuego, necio. No el de Dios".
B.: [se da cuenta de su error] "¿Por qué Dios no puede hablarme claro? ¿Qué ha sido de todas las buenas esperanzas, las trompetas, los ángeles, las promesas? Cada vez que lo he visto todo termina de la misma manera, con tormentos y cadáveres, sin nada bueno. ¿Eh? Todo por "nada"."
P.: "¿Crees que nos persiguen para destruir "nada"? O, más bien, ¿Piensas que lo que ha golpeado tu alma durante veinte años ha sido "nada"? No fue por "nada" que Cristo murió. La humanidad que él rescató no es "nada". A sus ojos, cada hombre individual es el mundo entero. Él ama a cada hombre como si no hubiera otro".
B.: "Yo era lo contrario de todo lo que Él enseñaba, ¿No? ¿Por qué entonces se dejó matar en mi lugar?"
P.: "Porque estando más lejos de Él, tú eras el más cercano".
B.: "No estoy más cerca ahora que antes".
P: "Pero tampoco más lejos. La verdad es que Él nunca se ha movido de tu lado. Puedo decirte esto: ha habido una intensa lucha en tu espíritu que, en sí misma, es conocimiento de Dios. Por el conflicto lo has conocido. Puedo decirte también que así será con la venida del Reino. Una lucha intensa y algo costosa para el espíritu del mundo, como lo es para una mujer en el parto. Somos solo el comienzo. No veremos el tiempo cuando la tierra esté llena del Reino. Y sin embargo, incluso ahora, incluso aquí, en la hora del final de la vida, el Reino está dentro de nosotros. No hay nada más que temer. Detrás de nosotros, vendrán muchos años y muchos martirios. La tierra de los hombres es muy obstinada para madurar. Pero los hombres mirarán hacia atrás a nuestros días, y se maravillarán, y recordarán nuestra esperanza. Es el final del día. Nos queda un poco de dolor y luego dormiremos, diciéndole al mundo, "Buena suerte en el viaje".

Lo dicho, no merece la pena añadir ni suprimir una coma. Una catequesis en toda regla, de las que rara vez se ven hoy en la literatura o el cine actuales. 

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