lunes, 27 de febrero de 2023

Una historia verdadera de perdón ideal para Cuaresma

Ayer escuche por primera vez el impactante testimonio del protagonista de una impactante historia ocurrida en 1999 en
Kansas City (EE.UU.) que pone los pelos de punta. Tan es así que me parece una excelente historia para un guion cinematográfico, del que no tengo constancia que se haya realizado hasta el momento. Esta historia tan macabra, pero a la vez tan bonita sobre el perdón hubiera encajado perfectamente en la ya comentada aquí El mayor regalo de Juanma Cotelo, aunque en este caso sus protagonistas no son católicos sino perteneciente a la Iglesia Baptista de América. 

Aunque sea larga, hay que comenzar por contar la historia detalladamente. El drama comenzó el viernes 5 de noviembre de 1999 en Oskaloosa, un pequeño pueblo cercano a Kansas. La joven de 14 años Zetta Camille Arfmann vive con su madre y la pareja de esta, Floyd Bledsoe. Un día, a la vuelta del colegio, a Camille se le pierde la pista. Al no aparecer al servicio religioso al que acudía puntualmente junto al resto de jóvenes del pueblo, sus padres comienzan a preocuparse. Tras avisar a la policía y comenzar el rastreo, el pastor de la Iglesia recibe en el contestador de su teléfono un mensaje de Tom Bledsoe, un joven poco social y solitario hermano de Floyd“Sé dónde está (Camille). Cuando recibas este mensaje, me entregaré al departamento de policía. No sabes el dolor que pasé mientras me sentaba a pensar. Desearía no haberlo hecho nunca... Pagaré el resto de mi vida por lo que he hecho”. Tom realiza una segunda llamada al Pastor tras hablar con sus padres: “Todo lo que puedo pedir es perdón por lo que he hecho. Pagaré el resto de mi vida por lo que he hecho”. Tras ello, acude a la policía y entrega una pistola de balas de 9 milímetros con las palabras: "Lo hice. La maté". Tom llevó a la policía al lugar donde se encontró el cadáver de Camille, quemada semidesnuda tras haber recibido cuatro disparos, aunque sin aparentes signos de haber sido violada. 

Tras ser encarcelado preventivamente, Tom cambia su versión tras un encuentro con su abogado, diciendo que el verdadero asesino es su hermano Floyd, quien lo había amenazado con revelar secretos sexuales de zoofilia. La mujer de Floyd y madre de Camille dio credibilidad a esta acusación añadiendo que recordaba que en varias ocasiones Floyd le había hablado de manera extraña de la belleza de su hija. 

Tras acusaciones cruzadas entre uno y otro hermano, se produce un juicio en el que se intenta dilucidar cuál de los dos es el culpable. El padre de ambos testifica en favor de Tom, diciendo que aquella tarde estuvo con ellos en una subasta y por lo tanto no podía ser el asesino. Cody, la hija de dos años de Floyd y Heidy (la madre de Camille) testificó de manera privada ante el juez diciendo que Tom le había contado cómo había matado a Camille. Tres días más tarde, mantuvo que esa conversación era real, pero que dicha conversación fue con "papi". Algunos testigos dieron testimonio de que Floyd tampoco podía haber sido el asesino, pues había estado todo el día trabajando en la granja siendo visto por muchos de ellos.

Finalmente, el 28 de abril de 2000, el jurado condenó a Floyd por asesinato en primer grado, con el agravante de secuestro y abuso de un menor. Fue condenado a cadena perpetua. Su caso fue revisado en 2004 y 2007 por falta de pruebas y mala praxis de su abogado defensor, pero en ambos casos las enmiendas fueron rechazadas. 

En el año 2.012, un estudiante reabre el caso ante la llegada a la medicina forense de las pruebas de ADN. En 2014 consigue contrastar pruebas de secreción vaginal de Camille y de la ropa que llevaba cuando fue encontrada. Los resultados no dejaron lugar a la duda. El ADN encontrado correspondía con el de Tom, incluso en la ropa se encontraron posteriormente restos de ADN de su padre, quien probablemente lo había ayudado a ocultar el cadáver 

En octubre de 2015 se solicita de nuevo la revisión del caso. El 9 de noviembre de 2015 Tom se suicida dejando una nota en la que reconocía haber violado y asesinado a Camille: “Floyd es inocente. Decidle a Floyd que lo siento. Mi abogado me obligó a ello. Violé y asesiné a una niña de 14 años. Además envié a un hombre inocente a prisión”. Para asegurar que en esta ocasión decía la verdad, añadió el lugar donde había enterrado los 4 casquillos de las balas utilizadas, que la policía encontró con un detector de metales poco después en el lugar indicado. 

El 15 de diciembre de 2015 Floyd fue puesto en libertad. En 2019 el Estado de Kansas lo indemnizó con un millón de dólares por los más de 15 años de privación de libertad.

Hasta aquí la parte macabra o morbosa del caso. Como dije al principio un guion perfecto para una película de intriga, suspense y acción judicial. Pero lo bonito del caso es escuchar en primera persona el testimonio de Floyd Bledsoe. Criado en un ambiente religioso, narra como tras la ira y el rechazo inicial a su padre y a su hermano poco a poco este sentimiento se fue transformando en un perdón sincero y de corazón, gracias a la intervención del capellán Don Starnes y al programa de reinserción Freedom Challenge." No era una tarea fácil, perdonar a un hermano traidor y a unos padres que se ponen de parte de un hermano para protegerlo aún a costa de marginar al otro. Al poco de entrar en la cárcel, sus padres dejaron de hablarle, su esposa se divorció de él y sus dos hijos pequeños lo olvidaron. Sus mejores amigos aceptaron su culpabilidad y nunca recibió una visita de ninguno de ellos. 

Floyd comenta que en su iglesia había escuchado muchas veces hablar del perdón de Dios y que lo conocía teóricamente, pero de ahí a practicarlo hay un abismo. “Mi fe era lo único que me quedaba, lo único que no me podían quitar”. En aquellos años duros sabía que por alguna razón que a él se le escapaba los planes de Dios pasaban por soportar esa injusticia. “En la cárcel aprendí a apoyarme en Dios y Él se me fue revelando durante esos 16 años”. En el silencio y la oscuridad de su celda tuvo mucho tiempo para pensar en el perdón, del que ha sacado esta conclusión: “El perdón es más beneficioso para la parte ofendida. Perdonar es liberar al ofendido y devolverle lo que le ha sido arrebatado. Hoy perdono de todo corazón a mi padre y hermano, y mi única pena es no poder hacerlo personalmente con mi hermano, lo que espero hacer en la otra vida”. El rencor, la ira y el odio no hacen sino ofuscar más a quien sufre una injusticia. Ello no quita el sufrimiento, pues aún a día de hoy lamenta el tiempo perdido, especialmente con sus hijos: “Nos llevamos bien, pero es un tipo de relación diferente a lo normal. Nunca será lo que podría haber sido. Todavía hay problemas por resolver”.

En la actualidad Floyd acude diariamente al Mount Olivet Worship Center, una iglesia pentecostal en Hutchinson, desde la que acude cinco días por semana a la prisión, pero en este caso de manera voluntaria, para enseñar verdades espirituales a quienes carecen de libertad y a quienes quiere ayudar para que se reinserten una vez que sean liberados. “Mi esperanza es compartir el evangelio y dejar que otros sepan que sus vidas pueden cambiar como cambió radicalmente la mía”.

Un testimonio verdaderamente impactante. Un último apunte inquietante: ¿Qué hubiera sido de Floyd si en lugar de haber sido condenado a cadena perpetua hubiera sido reo de pena de muerte? Su caso, es sin duda, un paradigma de la defensa de la abolición de esta práctica, puesto que como le sucedió a él, la justicia no es infalible...

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