lunes, 17 de abril de 2023

El diario de María (Martín Valverde, 2009)

Sé que estamos aún en Pascua y quizás no sea el momento más adecuado para este post, pero en los oficios del Viernes Santo escuché por primera vez esta canción y literalmente se me puso la piel de gallina. Se trata de una canción del compositor costarricense Martín Valverde que han cantado en diversos álbumes artistas como Mónica Arroyo o la argentina Athenas

La letra es sencillamente conmovedora, un poema difícil de igualar. Es imposible resumir en tan pocas palabras los sentimientos de la Virgen María al perder a su hijo, a su "niño" injustamente crucificado. Se compone de doce cuartetas en las que María va desgranando sus sentimientos desde la Anunciación en Nazaret hasta el final (aparente) en el Monte Calvario. Precisamente el único "pero" que se le puede poner a la canción es que no recoja el momento de la resurrección. Pero tiene un sentido: al ser un poema ubicado geográficamente en el Gólgota, al pie de la cruz, debe faltar forzosamente el momento de la alegría pascual. Tanto el tono, el ritmo y el sentimiento de la canción lo requieren. No es una canción de Gloria sino de duelo. Para cubrir ese vacío, las últimas palabras de la Virgen María transmiten una fe inquebrantable en su momento existencial más difícil. 

Cuando la escuchaba se me venían a la mente las imágenes de la película "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson. Seguramente no he sido el único al que le ha pasado esto, pues al buscar la canción he visto este vídeo de Youtube que aúna las dos cosas y que me parece absolutamente sublime. 

Os dejo la letra y el vídeo, poco más se puede decir que no estropee lo bello y lo emotivo de la canción y de las imágenes.

Únicamente añadir que si Santa Teresa de Ávila dijo que "El que canta ora dos veces" con esta canción-oración creo que habría que multiplicar por tres....


Letra:

Te miro a los ojos
y entre tanto llanto,
parece mentira
que te hayan clavado.

Que seas el pequeño
al que he acunado,
y que se dormía
tan pronto en mis brazos.

El que se reía
al mirar el cielo,
y cuando rezaba
se ponía serio.

Sobre este madero
veo aquel pequeño,
que entre los doctores
hablaba en el templo.

Que cuando pregunté
respondió con calma,
que de los asuntos
de Dios se encargaba.

Ese mismo niño,
el que está en la cruz,
el Rey de los hombres,
se llama Jesús.

Ese mismo hombre
ya no era un niño,
cuando en esa boda
le pedí más vino.

Que dio de comer
a un millar de gente,
y a pobres y enfermos
los miró de frente.

Rió con aquellos
a quienes más quiso,
y lloró en silencio
al morir su amigo.

Ya cae la tarde,
se nublan los cielos,
pronto volverás
a tu Padre Eterno.

Duérmete pequeño,
duérmete mi niño,
que yo te he entregado
todo mi cariño.

Como en Nazaret
aquella mañana:
¡He aquí tu sierva,
he aquí tu esclava!

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