La Iglesia celebra hoy a San Lorenzo (+258), diácono y mártir que acompañó al Papa Sixto II a su martirio bajo las persecuciones del emperador Valeriano. Cuando le pidieron que les entregara las riquezas de la Iglesia, San Lorenzo les mostró a los pobres y menesterosos en los que había invertido el dinero de la venta de todos los objetos valiosos, motivo por el que decidieron martirizarlo. Copio el acta de su martirio que narraron Prudencio, San Ambrosio y San Agustín:
El cónsul lleno de rabia le dijo: "Pues ahora lo mando matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente". Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísismo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso. Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: "Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo". El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: "La carne ya está lista, pueden comer". Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro.
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