La Iglesia hace memoria hoy de San José de Calasanz (1558-1648), santo español presbítero y fundador de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (Escolapios). Su historia tiene varios paralelismos con la del santo Job, ya que sufrió penalidades y calumnias injustas que él soportaba confiando únicamente en Dios. El Padre Sozzi, un compañero ávido de poder y lleno de envidia, le hizo la vida imposible a través del Santo Oficio que lo acosaba continuamente. Copio para la meditación unas líneas de su biografía:
Recibió el padre Calasanz como colaborador a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra y quitarle el cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre y de varios más, nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel. Él repetía: "Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa". El envidioso logró a base de calumnias que a San José Calasanz le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con la congregación que el santo había fundado. San José al escuchar tan triste noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios". Afortunadamente, después se supo la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está extendida por todo el mundo.
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