La Iglesia recuerda hoy a Santo Domingo de Guzmán (1171-1221), santo español fundador de la Orden de Predicadores o Dominicos, cuyo carisma es la entrega al prójimo a través de la oración, el estudio y el ministerio de la Palabra. Puso además dos normas que copio a continuación para la meditación:
1. Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.
2. Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar el catecismo.
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