martes, 26 de mayo de 2020

Llena de Gracia (Full of Grace, EE.UU., 2015)

Esta semana he visto la película "Llena de Gracia", película dirigida por Andrew Hyatt (el mismo director de la ya comentada Pablo, el apóstol de Cristo, 2018). Hace unos días, precisamente, leía un artículo sobre la enorme cantidad de películas sobre la fe que se están produciendo en la última década en Hollywood. Esta última en concreto pertenece a la productora Affirm Films, nacida dentro de Sony en 2007 para dar respuesta a un mercado con cada vez más consumidores y que ya cuenta con 8 éxitos en taquilla en su corta existencia. 

Llena de Gracia, sin embargo, no es una película comercial. Evidentemente tiene su público, pero muy minoritario. No es una película para llenar salas sino para los amantes del buen cine. La manera en la que está rodada, con muchos primeros planos, diálogos cortos pero intensos entre los dos protagonistas principales y la importancia de la música y los silencios así lo delatan. Sin llegar a ser cine independiente tiene muchos aspectos en común con ese tipo de películas. Alguien la definió en su estreno como "un poema audiovisual de 80 minutos" y me apunto a esa definición.

El paradójico argumento pretende realizar una incursión lo más objetiva posible a un mundo subjetivo. La Virgen María (Bahia Haifi) está a punto de morir y quiere contar sus vivencias y legar su testamento espiritual a los discípulos, especialmente a San Pedro (Noam Jenkins). Utiliza para ello la técnica de flashback, con unos diálogos creíbles, aunque algo forzados en algunos puntos teológicos como veremos posteriormente. 

Haciendo un análisis de estos dos personajes principales, el film presenta a María como una consumada teóloga y a Pedro como un personaje desconcertado y sobrepasado por los acontecimientos, que busca en la Madre del Señor las aclaraciones que otrora le daba su Maestro. María lleva el peso de los soliloquios y a Pedro se le suele ver con cara circunspecta y mirada perdida. Pedro dirige la Iglesia en Pontes y supervisa el resto de comunidades, pero no sabe cómo hacerlo y no sabe dar respuestas a quienes le piden consejos sobre la organización de las primeras iglesias locales. Como he apuntado anteriormente, los escuetos diálogos están cargados de contenido teológico y de vivencias espirituales, especialmente en el caso de María. Hyatt enmarca estas conversaciones en unos paisajes con una fotografía espectacular, con constantes referencias a la Naturaleza como creación de Dios, con continuos contraluces y escenas nocturnas; y con una música que acompaña en todo momento a la reflexión -casi oración- del espectador. Los silencios y las pausas tienen casi la misma importancia de lo que se dice. Un par de Ave María y el Kirie Eleison del final destacan poderosamente en este sentido. 

A nivel teológico casi todo es ortodoxo y está bien contextualizado. La mención a la Anunciación, las disputas entre judíos y paganos, las referencias al Espíritu Santo, el papel de Pedro, las referencias a las cartas de Pablo, los recuerdos de las vivencias de la Pasión y la Resurreción... Si bien algunas de ellas son matizables, todo entra dentro de la buena intención de la película, que como mencioné anteriormente es adentrarse en el mundo desconocido de la intimidad espiritual de las almas de los dos protagonistas principales. Un detalle que me parece mencionable es la entrega de una piedra ("sobre esta piedra edificaré mi Iglesia") de María a Pedro a modo de testamento simbólico. Un detalle muy acertado y visualmente emocionante.

En el párrafo anterior empleo la palabra "casi" respecto a la ortodoxia. Desde el punto de vista de la teología protestante evidentemente el 100% de la película lo es, amparado en la libertad de doctrina y al hecho de no estar constreñida a unos dogmas como verdades de fe obligatorias de creer. En el caso  de la Iglesia católica la perspectiva es distinta, me atrevería a señalar especialmente un punto que se aparta bastante de la postura de la Iglesia respecto a la Virgen María. La película en su final presenta la muerte y sepultura de la Virgen María, mientras que el dogma de la Asunción de la Virgen María habla de que María fue asunta al Cielo en cuerpo y alma. En el caso de películas como la Pasión o Resucitado la Ascensión de Cristo al Cielo es tratada en forma de luz o desaparición del cadáver, pero en esta película no se hace ningún esfuerzo interpretativo de esa circunstancia, con lo que el espectador saca la conclusión de que el cadáver de la Virgen sigue enterrado en algún lugar de Israel. Como digo esto no es un problema para la doctrina protestante, pero sí para la católica.

Unido a ello hay dos temas cuando menos discutibles. El primero de ellos es la imagen que la película presenta de María recibiendo la Unción de Enfermos y la Eucaristía en el lecho de muerte. Como apunte teológico-sacramental es brillante, aunque como relato histórico es bastante improbable en ninguno de los dos casos. Tanto la Unción de Enfermos como el viático son elementos posteriores que pudieron estar germinalmente en los primeros años del cristianismo, pero que tuvieron un desarrollo posterior evidente.

El segundo de los detalles es la tristeza y nostalgia que emanan de la película -muy propia de la espiritualidad luterana- pero que contrasta con la alegría cristiana de la resurrección. Cierto que para el tono de la película era lo necesario, pero a nivel espiritual puede hacer que se confundan la serenidad, la paz y la calma espiritual con la melancolía, la añoranza, la soledad y la pena. Los largos solos de violas y violoncelos ayudan en esta segunda línea contraria a la Buena Noticia del Evangelio. Es cierto que María solo llora una vez en la película (recordando la matanza de los inocentes), y que su muerte no podía ser recibida con jolgorio, pero algunas menciones más a la alegría de la Resurrección hubieran sido bien recibidas en un mensaje final más optimista.

Los diálogos son densos y profundos. Una frase que me gustaría destacar es la despedida de María, que desprende esa nostalgia y melancolía de la que hablábamos anteriormente:

"Cuando los miro a todos ustedes, todos mis hijos, solo veo una cara. Veo... es el rostro del Señor. Es el rostro de mi hijo, resucitado vivo, y respirando ... Como si él mismo estuviera justo en frente de mí. Mis hijos, si no hacéis nada mas en esta vida, recordad el momento en el que él os miró por primera vez. Vuestra alma se regocijó porque la salvación estaba sobre ti. La oscuridad se levantó y viste la gran luz. Recordad ese momento y todo lo que hacéis glorificará al Señor. La paz sea con vosotros. No estés triste por mí. Como Él, Nunca te dejaré. estaré contigo hasta el fin de los días, ¿recuerdas cuando dábamos nuestros paseos en las colinas a la luz del amanecer? Hablamos de cosas tan maravillosas. Oh, cuanto anhelo poder dar esos paseos contigo una vez más."

Dicho esto, su visionado es altamente recomendable para deleite de todos los sentidos.

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