miércoles, 20 de mayo de 2020

Vaya con Dios (Vaya con Dios, Alemania, 2002)

Ayer vi esta película con temática religiosa dirigida por Zoltan Spirandelli; de la que lo primero que llama la atención es su título. En efecto, como se puede ver en el encabezamiento de esta entrada y en la imagen que la acompaña, el título original de esta película es "Vaya con Dios", es decir, la expresión española, y no las palabras alemanas "geh mit Gott", que hubiera sido lo más lógico tratándose de una película germana. La única explicación que se me ocurre es que esta expresión haya pervivido a lo largo de la historia en el acervo alemán desde los tiempos de Carlos V (siglo XVI), ya que curiosamente existe también un grupo de música belga con el mismo nombre. 

Antes de entrar en materia, hay que resaltar otra curiosidad importante sacada de la biografía del director. Su nombre es húngaro, sus apellidos y ascendientes paternos son italianos y de pequeño fue miembro del coro de la iglesia de San Juan en Kronberg (Alemania), Todos estos elementos aparecen de una u otra forma reflejados en la película.

La película es muy difícil de clasificar. Tiene elementos religiosos, cómicos, dramáticos y de acción. Está rodada con el esquema americano de Road Movie pero no encaja exclusivamente en ninguno de los elementos anteriores, sino en todos ellos juntos.

El argumento es el siguiente. Cuatro monjes de la orden cantoriana viven en un monasterio alemán acosado por las deudas y aislados del mundo exterior. La orden cantoniana es una escisión de la orden benedictina que se dedica a la glorificación de Dios a través del canto gregoriano. Fueron excomulgados por la Iglesia Católica y viven desde entonces anclados en el siglo XI, sin haber incorporado ningún avance tecnológico a su vida cotidiana. Al morir el Abad, los otros tres monjes se ven obligados a abandonar el convento llevando con ellos el libro "regula cantonianorum", un manuscrito medieval con los fundamentos de la orden que la Iglesia Católica quiere destruir para que desaparezca la orden. Su objetivo es integrarse -junto al libro- en el único monasterio que queda de la orden, en la Toscana italiana. A pie, comienzan un viaje a un mundo desconocido que les deparará todo tipo de sorpresas, y tentaciones....

Los datos referentes a la orden cantoniana - y la misma orden- son ficticios, si bien si es cierto que existió -o aún existe, eso nunca se sabe...- una logia masónica con el mismo nombre, muy activa durante la Segunda República Española, la cual tenía como misión la destrucción de la orden jesuita, elemento este que casualmente también aparece reflejado en la película.

Para entresacar el contenido espiritual de la película, que lo tiene y muy profundo, lo mejor es analizar a los tres personajes principales y explicar la tentación a la que se enfrentan a lo largo del film:

Tasilo. Es el más mundano de los tres monjes, y es el primero en ser tentado. Al llegar a casa de su madre  -de camino hacia la Toscana- empieza a disfrutar de todas las cosas que recuerda de cuando era niño-joven y a las que renunció debido a la austeridad del convento. Las ricas comidas de su madre (en el convento comían todos los días lo mismo), conducir su viejo tractor, la comodidad de no llevar hábito... le harán replantearse su existencia y pensar que quizás se equivocó de vocación. La tentación mundana está servida.

Berno. Es el más intelectual de los tres. En el convento se dedicaba al estudio de la música, pasando todas las horas posibles imbuido en las partituras. Al llegar al convento jesuita, descubre que su pequeña biblioteca en la que era feliz es minúscula en comparación con la de la Compañía. Descubre todo un universo por investigar que le tienta. ¿Debe abandonar su misión y dedicarse de lleno al estudio de la música con los nuevos avances tecnológicos y la inmensidad de la biblioteca jesuita? La tentación de cumplir la propia voluntad y no la de Dios está también servida.

Arlo. Es el más joven de los tres. De hecho, es novicio, no habiendo profesado aún los votos. De niño entró en la orden y no conoce absolutamente nada del mundo exterior. Durante el viaje, conocen a una periodista y ambos se enamoran perdidamente el uno del otro. La tentación de la carne -romper el voto de castidad- es la que aparece en un primer momento, pero tras ella aparece con más fuerza el amor en toda su inmensidad. Compartir la vida con otra persona, formar una familia y vivir el amor en plenitud es la tentación que el más joven deberá afrontar.

El enemigo común a la misión de los cantorianos aparece representado como la orden jesuita, una orden que habría sucumbido a las riquezas y los poderes mundanos y que habría perdido toda su espiritualidad. Entiendo que era necesario presentarla así para que la historia encajase, pero esta visión de la Orden de San Ignacio de Loyola está muy alejada de la realidad. Afortunadamente la elección de un Papa jesuíta una década más tarde, en 2013 -el Papa Francisco, uno de los papas más humildes de la historia- desmonta estos clichés estereotipados y hacen que hoy se vea la crítica que realiza el film como algo anacrónico. 

Una de los temas más importantes del film es la música. De hecho, lo que une a los tres protagonistas principales es el canto gregoriano, un arma poderosa y espiritual que los presenta como tres voces distintas que suenan al unísono (esquema muy cercano al de la Santísima Trinidad). Un canto en latín -un guiño a la importancia de las tradiciones- que conserva la pureza de la genuina espiritualidad cristiana y que es capaz de unir místicamente a las almas con Dios. En este sentido la película es una defensa a ultranza de los valores tradicionales y de elementos esenciales a la fe cristiana en sus orígenes. 

¿Quién vence la tentación y quien no? ¿Los tres la vencen?, ¿Ninguno la vence?... Esta vez no voy a ser spoiler, tendréis que ver la película para averiguarlo... Son solo 100 minutos que merecen la pena ser empleados para descubrirlo...

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