Hoy comentamos una película que no es fácil de ver. El título lo dice todo: 160 minutos de permanente silencio, únicamente interrumpidos por el toque de las campanas, los rezos y cantos de los monjes cartujos o los sonidos de la Naturaleza. Con esta película-documental se intenta transmitir la dura vida de una orden monástica contemplativa, concretamente la de la Gran Cartuja de Grenoble, en los Alpes franceses. Según sus reglas, además de los tres votos de la Vida Religiosa (pobreza, castidad y obediencia) se añade un cuarto voto de silencio. Sólo los domingos -el día del Señor- les está permitido pasear y charlar por los alrededores del convento. “Solo en el silencio más absoluto se empieza a oír, sólo al prescindir del lenguaje se empieza a ver” es el mensaje promocional del film, acompañado de tres palabras claves: "Silencio. Ritmo. Repetición". Cambian los días pero se repiten los ciclos de la naturaleza, las rutinas del monasterio e impera el silencio transformado en alabanza y contemplación. El silencio es la condición necesaria para oir el dulce susurro de Dios en medio del mundo.
En la película no hay acción, no hay efectos especiales, no hay diálogos, no hay argumento, no hay historia, no hay actores profesionales, no hay drama, no hay comedia, no hay aventuras… El espectador simplemente se sumerge durante tres horas en el día a día de la vida de un religioso contemplativo. Jornada que según la Regla de San Benito ("Ora et Labora" - "Reza y Trabaja") se divide en tres períodos de tiempo: 8 horas para rezar, otras 8 para trabajar y otras 8 para las comidas y el descanso.
¿Qué hace un cartujo?, ¿A qué dedica su vida?, ¿Para qué sirven sus sacrificios?... Estas y otras preguntas del estilo son respondidas indirectamente a través de los ojos de una cámara que graba desde dentro de una Cartuja. El proceso no fue fácil. Philip Gröning, su director, solicitó permiso para grabar la película en 1984. En el año 2.000 recibió una llamada: Al fin podía acceder a la Cartuja. Tras cinco años de rodaje y posproducción, el mundo pudo entrar en las interioridades de un monasterio a través de su cámara. Trabajos en la casa, en la huerta, en la carpintería, en la granja, rezos, oraciones, cantos, más trabajos, más rezos, más cantos, más trabajos, más rezos, más cantos…. Se van sucediendo como un eterno círculo en una vida aparentemente monótona pero en realidad cargada de Vida.
La película es de ritmo lento, sosegado, reposado. Se requiere un espíritu en paz para disfrutarla. Presenta una fotografía excepcional y sobre todo, mucho silencio. Hay mucha imágenes sugerentes y simbólicas. En muchas escenas domina el color blanco de la nieve y del hábito cartujo, en otras escenas la oscuridad casi absoluta. Es imposible destacar y explicar la simbología de cada imagen, pero algunas son: nieve, piedra, fuego, agua, flores, agua bendita, libros, velas, frutas y verduras, nubes, bruma, gato, araña, vacas, cartas, leña, cielo, estrellas, avión, pan, lluvia, cascadas, plantas... Destacar que muchas de estas imágenes se presentan con dos típos de filmaciones, una nítida y excelente pero la otra borrosa y de muy baja calidad, como queriendo dar la impresión de que esos elementos llevan allí siglos. Me parece un recurso interesante aunque al principio llama poderosamene la atención. De vez en cuando contemplamos primeros planos de las caras de los cartujos quienes no dicen nada pero cuyos rostros lo dicen todo.
Junto a las imágenes prevalecen los sonidos: tormentas, viento, pasos, oraciones, lluvia, cascadas, pájaros... pero sobre todo, las campanas y los cantos litúrgicos como parte de un mundo misterioso y apartado. Todo ello enmarcado en la sobriedad del convento, en los largos corredores del Claustro y la austeridad de las celdas inidividuales.
Abundan -no podía ser de otra manera- los momentos de oración: de día, de noche, individual, grupal... Exposición y procesión del Santísimo, Eucaristia, Bendición de los alimentos, Rosario... la oración individual suele ser normalmente descalzo, con la capucha y de rodillas. Un mundo sin reloj -pero con campana- en los que los cantos te sumergen en otra dimensión. Asistimos también al ingreso de dos novicios, en cuya oración litúrgica predomina la palabra "Libertad"
A lo largo de la filmación vemos a los cartujos realizar sus labores diarias. Como ya he dicho predomina la oración, pero también observamos el trabajo manual y artesano en oficios de sastrería, peluquería, cocina, lavanderia, limpieza, huerto, carpintería, enfermería, zapatería, administración... algunos de ellos suaves pero otros que requieren un gran esfuerzo físico debido a las inclemencias del tiempo. En los extras se ve también la confección del licor de hierbas Chartreuse, uno de los más exquisitos del mundo, con una fórmula conservada desde hace casi mil años. También observamos momentos de esparcimiento (los domingos) como cuando juegan esquiando en la nieve como lo haría un grupo de niños o como durante el paseo-recreo hablan sobre la importancia de la Liturgia y los símbolos.
Durante el metraje oímos fragmentos del Tratado de San Basilio sobre el Espíritu Santo y de los Estatutos de la Orden Cartuja. El film viene presentado con algunas citas bíblicas que son las siguientes. Las dos últimas son de la cosecha propia del director y no del texto sagrado:
"Y en ese momento el Señor pasó. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó un leve susurro" (Primer Libro de los Reyes 19, 11-12)
"Quien no renuncia a todos sus bienes y no sigue mis pasos no puede ser mi discípulo" (Lucas, 14, 33)
"Señor, me has seducido y yo me he dejado seducir" (Jeremías 20, 7)
¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué enorgullecerte como si no lo hubieras recibido? (Primera Carta a los Corintios, 4,7)
"Pondré dentro de vosotros un espíritu nuevo. Sacaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Ezequiel, 36,26)
"Me buscaréis y me encontraréis. Pues si me buscáis de todo corazón, dejaré que me encontréis" (cf. Jeremías, 29, 13)
"Yo soy el que es" (Éxodo, 3,14)
"El silencio: dejar que el Señor pronuncie en nosotros una palabra igual a Él"
"Mira, me he vuelto hombre. Si os negarais a volveros Dios conmigo, seríais injustos conmigo"
No tienen desperdicio las palabras del hermano ciego al final de la película, en la única entrevista en la que oímos a un cartujo. Las transcribo porque son casi unos Ejercicios Espirituales:
"No debes temer a la muerte, al contrario. Es una gran alegría volver a encontrar un Padre ¿Por qué temer a la muerte? Es el sino de todos los seres humanos. Cuanto más te acercas a Dios, más feliz eres. Y ese es el fin de nuestra vida... El pasado, el presente... eso es humano. En Dios no hay pasado. Solo hay presente. Y cuando Él nos ve, ve toda nuestra vida.
Doy a menudo Gracias a Dios por haberme vuelto ciego. Estoy seguro que es por el bien de mi alma que lo ha permitido.
Es una lástima. El mundo ha perdido el sentido de Dios. Es una lástima porque ya no les queda razón para vivir. Si suprimes el pensamiento de Dios, ¿para qué vivir?
Hay que partir del principio de que Dios es infinitamente bueno y de que todo lo que hace es por nuestro bien. Por eso hay que estar siempre feliz, un cristiano jamás debe estar triste, porque todo lo que le ocurre lo quiere Dios y ocurre por el bien de su alma. Eso es lo más importante. Dios es infinitamente bueno, todopoderoso y nos ayuda. Y todo lo que nos ocurre… no hay porqué preocuparse. Hay que hacer eso y se es feliz".
La última escena presenta una antítesis entre un monje enfermo -casi moribundo- y otro monje joven que realiza su oración en postura de postración. El tiempo es inexorable para todos, también para ellos, cuya vida pasará y será reemplazada por otros monjes.
Aquí comienza mi breve reflexión. La vida religiosa contemplativa es ante todo, una vocación. No todo el mundo está capacitado para llevar una vida tan austera y tan silenciosa. Un silencio que acerca a Dios, una vida libre (sí, libre a pesar de vivir encerrado en una celda la mayor parte del día) y sacrificada del que nos beneficiamos el resto de la Iglesia. La vida contemplativa es el pulmón por el que respira la Iglesia. Cuando dormimos, trabajamos o estamos de ocio, hay hombres y mujeres que no conocemos rezando e intercediendo por nosotros. Es la grandeza de una Iglesia Católica y Universal.
Quien quiera conocer más sobre la vida de los Cartujos, sobre sus escasas comidas, su duro trabajo o sus largas horas de oración, ésta es su película. A mí, personalemente, al ver la cinta me ha asaltado l nostalgia y me ha dado mucha pena que ya no haya Cartujos en Jerez. Tras cuatro siglos de permanencia, hace veinte años tuvieron que marcharse por la falta de vocaciones. Su lugar lo ocuparon las Hermanas de Belén, con una vida muy similar a la de los Cartujos, pero me parece una auténtica lástima que se haya perdido ese patrimonio espiritual de mi ciudad. No corren tiempos propicios ni para la Iglesia en general ni para la contemplación en particular, es obvio, pero no deja de ser una lástima.
Termino con una repetición y una adverencia: no es una película fácil de ver. Pero merece la pena hacer el esfuerzo. Tu espíritu te lo agradecerá.