La Iglesia hace memoria hoy de San Bonifacio (673-754) obispo y mártir inglés que dedicó prácticamente toda su vida a la Evangelización de lo que hoy es Alemania y los Países Bajos, siendo en la actualidad patrón del primero de ellos. Habiendo sido monje, se dedicó a fundar diversas abadías y monasterios por las tierras donde iba anunciando el Evangelio. Para la meditación copio el testimonio de su martirio como se narra en su biografía:
Ya anciano, pero todavía infatigable, regresó a Frisia. Lo acompañaban unos cincuenta monjes. El 5 de junio había citado cerca de Dokkum a un grupo de catecúmenos. Era el día de Pentecostés; estaban comenzando la celebración de la Misa cuando un grupo de Frisones armadas con espadas asaltaron a los misioneros. Bonifacio les dijo a los compañeros: “No teman. Todas las armas de este mundo no pueden matar nuestra alma”. Cuando la espada de un infiel cayó sobre su cabeza, él trató de cubrirse con el misal, pero el enemigo derribó el libro y le cortó la cabeza al mártir.
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