La Iglesia recuerda hoy a San Marcelino, presbítero y San Pedro, exorcista. Ambos fueron primero encarcelados y después martirizados el año 304 durante las persecuciones del Emperador Diocleciano. Copio una parte de su biografía para la meditación:
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado "la selva negra", y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y una cristiana llamada Lucila fue y sacó los restos de los dos santos, y los cristianos les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena. Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: "Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores".
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