Se celebra hoy la memoria del Dulce Nombre de María, una advocación mariana que tiene su origen en el sitio turco de la ciudad de Viena en el año 1683. Mientras toda la población moría de hambre y de sed, el rey polaco Juan Sobieski acudió a plantar batalla con 76.000 hombres a los más de 300.000 otomanos que habían penetrado en Europa. Se encomendó a la Virgen de Czestochowa y atribuyo la victoria de la batalla a Dios, cambiando el "Veni, vedi, vici" por "Veni, vedi, Deus vicit". Copio el resultado final de la batalla para la meditación:
El 11 de Septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les superaban en número, sabían que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de Septiembre, temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios. La victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa. En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de Septiembre.
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