Recordamos hoy a Santa Regina (s. III), virgen y mártir francesa que fue martirizada bajo las persecuciones del emperador Decio. Sabemos poco de su vida, por lo que copio para la meditación algunos datos de su martirio:
A la edad de quince años, Santa Regina llamó la atención del prefecto de la Galia, Olibrio quien intentó persuadirla para que renegara de su fe, a fin de no sólo ponerla a salvo de la persecución, sino asegurarla como su esposa. Santa Regina se negó a dejar su fe y también rechazó su propuesta de matrimonio. En venganza, Olibrio la encarceló. Regina fue encadenada a las paredes de una celda mientras Olibrio participaba en varias campañas militares contra los invasores bárbaros. Después de una breve ausencia, Olibrio regresó, con la esperanza de que Regina pudiese haber cambiado de opinión. Por el contrario, su encarcelamiento había servido para reforzar su decisión de vivir como los santos y mártires, y mantener su castidad por el Señor. Ella se negó a hacer sacrificio a los ídolos, y Olibrio enfurecido, ordenó que la torturaran terriblemente. Regina resistió con valor todos los azotes, latigazos y flagelación, tenazas ardientes, peines de hierro, pinzas y antorchas calientes. Todo esto fue en vano. Ninguno de ellos podría causar que Regina dudara del Señor o que se retractara de su fe, y mientras era castigada ella continuaba alabando a Dios. Al final, la decapitaron, poniendo fin a su vida y saliendo al encuentro con su Esposo celestial. Su martirio logró la conversión de muchos testigos presentes que observaron con asombro a una paloma solitaria flotando encima de su cabeza durante las crueles torturas.
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