La Iglesia hace memoria hoy de San Jerónimo (338-420), presbítero y doctor de la Iglesia. Con un carácter recio y fuerte, durante su vida compaginó el estudio con las tareas de gobierno (fue secretario del Papa Dámaso) hasta que finalmente se retiró a Belén para traducir e interpretar las Sagradas Escrituras como un eremita. Allí tradujo completa la Biblia en lo que se conoce como la Vulgata, para lo que según el Papa Clemente VIII tuvo una asistencia divina. Copio para la meditación unas frases de su escrito "Comentario al libro del profeta Isaías":
Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad las Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que decirme, como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.
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