Hoy se celebra a la Virgen María bajo la advocación de María Auxiliadora. El origen de esta advocación lo encontramos en San Juan Crisóstomo, quien fue el primero -que se tenga constancia escrita- en llamar a María "Auxilio potentísimo". San Pio V, tras la Batalla de Lepanto (1571), ordenó que en las letanías del Rosario se añadiera: "María Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros". Siglos más tarde, Napoleón encarceló al Papa Pío VII quien hizo esta oración a la Virgen María: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretando una nueva fiesta en la Iglesia Católica". El Papa volvió a Roma el 24 de mayo de 1814, decretando que ese día se celebrara la Festividad de María Auxiliadora. Para la meditación copio un texto de la biografía de San Juan Bosco, otro de los impulsores de esta advocación mariana:
Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.
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