La Iglesia hace memoria hoy de Santa Rita de Cascia (1381-1457), religiosa agustina que es conocida como la abogada de las causas imposibles. Estuvo casada con un hombre violento que murió asesinado. Al morir también sus dos hijos decide entrar en el convento agustino de Cascia. Allí se dedicó a la oración, a la penitencia y al amor a Cristo crucificado, de quien recibió una espina en la frente durante un éxtasis. Copio para la meditación la parte de su biografía donde se detalla este fenómeno prodigioso:
Nuestro Señor dio a Santa Rita una herida de espina en su frente. Fue muy dolorosa y expelía un olor desagradable, pero ella lo consideraba una gracia divina. Ella oraba "Oh amado Jesus, aumenta mi paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos". La herida duró por el resto de su vida.
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