Un día después de celebrar la Solemnidad de Todos los Santos la Iglesia conmemora hoy a los fieles difuntos. Muchas personas confunden ambas celebraciones. Sin embargo, la diferencia está muy clara. En el día de ayer se celebra a todos aquellos santos (declarados santos por la Iglesia y los que Dios haya tenido a bien) que ya están en el Cielo gozando de la gloria de Dios. A ellos les pedimos su ayuda e intercesión. No rezamos "por ellos" ya que están en el Cielo, sino que más bien rezamos "con ellos". En la jornada de hoy, por contra, recordamos a todos aquellos difuntos de los que ignoramos su suerte. Pensamos que muchos de ellos están en el Purgatorio y necesitan de nuestras oraciones. Es por ello que rezamos "por ellos", osea, en favor de ellos para que Dios los acoja en su Paraíso con su infinita misericordia. El día de ayer es una Solemnidad y como tal día de precepto y el de hoy no. No es un día de Fiesta sino de Memoria litúrgica. Sin embargo, son muchas más las personas que hoy acuden a la Eucaristía o a los cementerios a recordar a sus seres queridos. Es una bonita tradición que no se debe perder. Uno de los impulsores de estas oraciones por los difuntos fue San Gregorio Magno. Copio para la meditación algunas frases suyas al respecto:
San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso". De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio. Es el origen de lo que se conoce como "Misas gregorianas". Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio".
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