Celebramos hoy a Santa Bernadette Soubirous (1844-1879), santa francesa a la que de niña se le apareció la Virgen de Lourdes sobre la roca de Massabielle, quien se le presentó como la Inmaculada Concepción. Posteriormente se hizo religiosa hasta su muerte, llevando una vida sacrificada y humilde sin ningún privilegio. Sus últimos años los pasó postrada en la cama debido a una larga y penosa enfermedad. Copio para la meditación como la definía sor Bernard Dalias, una compañera en el Convento:
Una sola palabra suya hacía bien. A quien sufría le decía: «Rezaré por ti». La he sorprendido muchas veces con la cara cubierta de lágrimas. Le preguntaba con la mirada: «Volver a ver la gruta, una sola vez, de noche, cuando nadie se enterara…», me susurraba. Yo estaba encargada de entonar el canto para la ofrenda del recreo. Sor Marie-Bernard se me acerca un día, después de la oración. «Algunas veces entonas», me dijo, «“La veré un día a esta Madre que amo”». Y en ese momento sus ojos tomaron una expresión de deseo, de tristeza indefinible, y vi correr dos lágrimas… Bastaba oirle decir con plena convicción: «Reza por mí, pobre pecadora, sobre todo en la hora de la muerte», para comprender que se daba cuenta perfectamente de que tenía que invocar el efecto que le habría prometido la Virgen por su fidelidad.
No hay comentarios :
Publicar un comentario