La Iglesia hace memoria hoy de San Giuseppe Moscati (1880-1927), médico laico napolitano que llegó incluso a vender sus posesiones para poder así curar a más enfermos. En este Blog ya comenté la película Moscati: El médico de los pobres referente a su vida y su biografía. Hoy para la meditación copio unas líneas de su biografía que abundan en la idea de su generosidad:
Sus pacientes predilectos eran los pobres. Basta narrar un episodio que sucedió en los últimos años de su vida. Desde hacía tiempo atendía a un anciano pobre. Ya que no podía visitarlo en su casa con la frecuencia deseada, le pidió que todos los días fuera a desayunar al café situado junto a la iglesia donde acudía diariamente a misa y así lo podía ver. El día en que el anciano no iba a desayunar, el doctor acudía a su domicilio para asistirlo. De los pobres nunca aceptaba honorarios, antes bien los curaba a sus expensas o los ayudaba sin hacerse notar. Después de la muerte del doctor, su hermana Ana aseguró que durante su vida, dedicó todas sus ganancias -que no eran pocas- a los pobres, sin quedarse con nada.
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