La Iglesia celebra hoy a Santa Liduvina (1380-1433), santa holandesa patrona de los enfermos crónicos. Es una historia curiosa por lo que la copio íntegra para la meditación:
Durante el invierno del año 1395, Liduvina fue a patinar con sus amigos, uno de ellos provocó que cayera al hielo con tal violencia que se fracturó una costilla del costado derecho. Este fue el inicio de su martirio. Ninguna habilidad médica fue de provecho para sanarla. La herida de la caída se le infectó con Gangrena y se extendió por todo su cuerpo. Por años permaneció acostada con dolores permanentes que parecían incrementarse constantemente. Algunos la veían con suspicacia, como si estuviera bajo la influencia del espíritu maligno. Su pastor, Andries, le trajo una hostia sin consagrar, sin embargo, la santa la distinguió enseguida. Pero Dios la recompenso con un regalo maravilloso en la oración y también con visiones. Numerosos milagros ocurrieron a un costado de su cama. El célebre predicador y adivino, Wermbold de Roskoop, la visitó después de haberla contemplado en espíritu. El piadoso Arnold de Schoonhoven la trató como a una amiga. Hendrik Mande escribió, para su consuelo, un tratado piadoso en Holandés. Cuando Joannes Busch se lo trajo, le preguntó que pensaba de las visiones de Hendrik Mande, y le respondió que venían de Dios. En una visión, se le mostró un rosal con las palabras, "Cuando éste florezca, tu sufrimiento terminará." En la primavera de1433, ella exclamó, "¡Veo el rosal florecido!" Desde su decimoquinto año hasta el quincuagésimo tercero, sufrió cada dolor inimaginable; ella tenía un solo dolor de la cabeza a los pies y notablemente demacrada. En la mañana del Día de Pascua, 1433, se encontraba en una contemplación profunda y presenció, en una visión, a Cristo que se acercaba a ella para administrarle el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Murió con la fragancia de una gran santidad.
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