Celebramos hoy a San Antonio María Claret (1807-1870), santo español obispo de Santiago de Cuba y fundador de la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María (Claretianos). De entre las muchas anécdotas que cuentan de su vida he escogido para la meditación una que muestra la defensa que hacía de los derechos de los indígenas, lo que le granjeó no pocos enemigos y dificultades en la época:
Un día reprendió a un rico propietario que maltrataba a unos nativos de color que trabajaban en su hacienda. Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro, les prendió fuego y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. "Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles? Pues así de iguales somos los hombres ante Dios"
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