Celebramos hoy a San Ignacio de Antioquía (+107) obispo y mártir, nombrado también Padre Apostólico de la Iglesia. Fue discípulo de San Juan y murió en Roma bajo las persecuciones del emperador Trajano. Para la meditación copio un fragmento de su Epístola a los Romanos en la que anticipaba su martirio:
Soy trigo de Cristo y quiero ser molido por los dientes de las fieras para convertirme en pan sabroso a mi Señor Jesucristo. Animad a las bestias para que sean mi sepulcro, para que no dejen nada de mi cuerpo, para que cuando esté muerto, no sea gravoso a nadie […]. Si no quieren atacarme, yo las obligaré. Os pido perdón. Sé lo que me conviene. Ahora comienzo a ser discípulo. Que ninguna cosa visible o invisible me impida llegar a Jesucristo […]. Poneos de mi lado y del lado de Dios. No llevéis en vuestros labios el nombre de Jesucristo y deseos mundanos en el corazón. Aún cuando yo mismo, ya entre vosotros os implorara vuestra ayuda, no me escuchéis, sino creed lo que os digo por carta. Os escribo lleno de vida, pero con anhelos de morir...
No hay comentarios :
Publicar un comentario