San Pablo de la Cruz (1684-1775) fue un presbítero italiano que destacó por su espíritu de penitencia y por ser el fundador de la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (Pasionistas), dedicada a la predicación de la Pasión y Muerte de Cristo. Copio para la meditación cómo sintió San Pablo la llamada de Cristo:
Sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; ... me vino la inspiración de llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de Dios, vida de penitencia; ...me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús con letras blancas. Me dedicaré a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarme en reunir compañeros para hacer esto mismo. No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo deseo estar crucificado con Jesús
San Pedro de Alcántara (1499-1562), por su parte, fue un presbítero español de la Orden de los Hermanos Menores (Franciscanos) que reformó la Orden, además de ser consejero de Santa Teresa de Jesús para la reforma de la Orden de las Carmelitas. Para la meditación copio una descripción suya que se hizo después de su muerte:
Su aspecto exterior era impresionante, de forma que predicaba solamente con él: la cara esquelética; los ojos de fulgor intensísimo, capaces de descubrir los secretos más íntimos del corazón, siempre bajos y cerrados; la cabeza quemada por el sol y el hielo, llena de ampollas y de golpes que se daba por no mirar cuando pasaba por puertas bajas, de forma que a menudo le iba escurriendo la sangre por la faz; los pies siempre descalzos, partidos y llagados por no ver dónde los asentaba y no cuidarse de las zarzas y piedras de los caminos.
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